2017-10-18
El abrazo
Los árboles
La historia de Macías es digna de una película.
Paisajista cordobés, fue el progenitor de 17 hijos. En épocas de
bonanzas pudo comprar un campo en Pan de Azúcar, cerca de Cosquín, al
que llamó "El silencio" y pobló con diversas especies de árboles. De la
misma manera que pobló al mundo de una descendencia frondosa. Antes de
su muerte, a los 90 años, pidió que la urna con sus cenizas sea
enterrada debajo de un cedro para cuando este crezca las raíces lo
abracen. Hoy gran parte de esa numerosa familia pasa sus días en “El
silencio” mientras contempla el árbol que abraza al patriarca. Los árboles
mantiene la impronta que Luque impuso a lo largo de su
corta pero potente obra. Retratos honestos sobre situaciones cotidianas
que se manifiestan en relaciones complejas o atípicas. Acá, el
conflicto, si lo hay, está puesto en la distancia que se da en una
familia numerosa donde, por diferentes motivos, no todos sus miembros
han llegado a conocerse. El director aprovecha su historia personal no
solo para adentrarse en la vida de su abuelo sino para acercarse,
tímidamente, como un temeroso observador, a la vida de los miembros más
chicos de esa familia. Tíos y primos a los que no conoce y de los que
nada sabe. La cámara se posa sobre cada uno, distante y modesta,
para ir descubriendo, al igual que el propio Luque,
como son, que les gusta, de que trabajan, a que juegan y que puede tener
en común un grupo de personas a las que solo las une un lazo sanguíneo,
y un árbol que los abraza como al viejo Macías.
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