2017-05-25

Absurdo mundo actual

Perdidos en París

La pequeña Fiona tiene una relación especial con su tía Marta quien se va a vivir a París. Quedan en encontrarse pero el tiempo pasa y Fiona se queda en el frío pueblo de Canadá. Muchos años después recibe una carta de Marta pidiéndole que vaya a ayudarla porque quieren encerrarla en un asilo. El viaje de Fiona en la búsqueda de su tía por la ciudad de la Torre Eiffel es el motor del relato.Fiona Gordon y Dominique Abel son bailarines, escritores, directores y protagonistas. En sus películas llevan al máximo la expresión física prescindiendo de los diálogos, reduciéndolos al mínimo. Sin embargo, Perdidos en París (Paris pieds nus, 2017) no está a la altura de la magistral Rumba, aunque no deja de brindar un agradable momento plagado de escenas de baile, referencias al cine clásico -francés- y a nivel temático, la tragedia de la vida vista desde un humor absurdo.París en la película es un lugar de fusión de estéticas y estilos: el lenguaje de la danza con el del cine, música de tango a orillas del Sena, París vista desde un lugar de ensueño con Nueva York dentro y un curioso humor negro que solventa situaciones de marginación social (la escena en el velatorio, cementerio, crematorio y posterior tirado de cenizas). París es de este modo un lugar de encuentro: de idiomas (francés-inglés), de idiosincracias (canadiense-parisina), de vínculos familiares (sobrina-tía), de períodos de la historia del cine (clásico- contemporáneo). Esta mezcla confluye en una comedia que toma el romance como excusa para hablar de la inmigración, la tercera edad y la incomunicación en el mundo contemporáneo.El cuadro especial es otorgado por la veterana actriz francesa Emmanuelle Riva en una memorable escena de baile junto a otra eminencia de este cine como Pierre Richard. Juntos dan uno de los encuentros -reencuentros- cinematográficos más bellos sobre la vejez.
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