2017-04-23

Siempre tendremos Porto

Porto

Jake (Anton Yelchin) y Mati (Lucie Lucas) son un estadounidense y una francesa respectivamente, autoexiliados en la ciudad de Porto, Portugal. No importa de dónde vienen o a qué se dedican: la cuestión es que son dos extraños en una ciudad extraña, y lo que sea que les falta lo encuentran en el otro. Dividida en tres capítulos, la película salta entre presente y pasado, entre Jake y Mati, y reserva el misterio de aquella fatídica noche para el último, cuando no podemos dejar de percibirla con la misma melancolía que aqueja a sus protagonistas.La película está dirigida por el brasilero Gabe Klinger y escrita por él y, asombrosamente, Larry Gross, el guionista detrás de seminales films de acción-comedia como 48 horas (48 Hours, 1982) y Calles de fuego (Streets of Fire, 1984). Quizás más significativamente, Jim Jarmusch figura como productor ejecutivo. No por restar crédito a Klinger, pero Porto se parece mucho en tono y languidez a la filmografía de Jarmusch, desde el perfil tierno y retraído de los personajes a la decisión de librarlos a la soledad de la vida nocturna.En el corazón de la película tenemos a las dos actuaciones de Anton Yelchin y Lucie Lucas, él herido en un ala y ella descolocada pero sexy. En cualquier otra historia de “disolución de pareja” (son un género en sí) se les daría diálogos pseudo-cómicos, tendrían un primer encuentro memorablemente bizarro y se establecería un contraste fácil entre un pasado totalmente feliz y un presente totalmente triste. Klinger en cambio deja que las actuaciones de sus actores hablen por sí solas, y lo que no deducimos por las miradas y el lenguaje corporal de Jake y Mati queda librado a la imaginación. Más que una relación, parecen haber compartido un momento, y con ello bastó.La tenue fotografía de Wyatt Garfield se asemeja a una home movie y sugiere una ciudad relativamente fría e indiferente al breve idilio de los protagonistas, salvo por algunos selectos resquicios iluminados por el calor y confort.El clímax de la historia es llevado al colmo de la literalidad y consta de una escena de sexo entre Jake y Mati. Aquí se logra algo parecido a aquella escena de Anomalisa (2015): no hay elipsis, la imagen no funde a negro, la cámara no gira a la mesita de luz, los actores no hacen poses ni hay una coreografía para tapar esto o aquello. La escena muestra lisa y llanamente a dos personas haciendo el amor, y nos involucra emocionalmente por todo lo que sabemos que ocurrió antes y todo lo que les va a pasar después.
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