2016-10-05

Crítica de "La noche del lobo": Perdido en la oscuridad

Pablo (Nahuel Mutti) es un joven que busca alejarse de su pareja, Ulises (Tom Middleton), quien es aún más joven que él. A lo largo de la noche a la que hace referencia el título, el espectador descubre esta relación breve pero intensa, marcada por cierta autodestrucción que los une. Schipani presenta el recorrido nocturno de ambos con estilo y crudeza. Aunque en algunos momentos el estilo parece dominar sobre la crudeza del contenido, La noche del lobo logra construir un mundo y revelar una faceta de la vida nocturna gay donde el exceso y la soledad van de la mano.

Ulises coquetea con la prostitución, las drogas y el crimen, mientras una serie de encuentros con diversos personajes van delineando un mapa urbano en el que todos parecen estar, en cierta medida, solos. Los flashbacks que revelan el pasado muestran cómo el amor de su pareja actuaba como una barrera contra lo más sórdido de la vida nocturna. Desde esta perspectiva, La noche del lobo se presenta como una película de atmósfera y tránsito, donde lo que se narra está subyacente al "cómo". Un pedido de Ulises a Pablo hacia el final de la película resume el espíritu de autodestrucción asociado tantas veces con el amor y las pulsiones más vitales y violentas.

Schipani emplea recursos interesantes para retratar este vínculo tan carnal, a veces reminiscentes de un videoclip. La banda sonora, eminentemente nocturna, contribuye a crear una atmósfera única y palpable. Además, el recorrido nocturno recuerda a Ronda nocturna (2005) de Edgardo Cozarinsky, otra película que sumerge al espectador en una noche poblada de almas desesperadas.
 
 

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