2016-09-02
Misere
El Cristo ciego
El joven es Michael (interpretado por Michael Silva). Perdió a su
madre de pequeño y viajó en busca de Dios, dejándose estigmatizar las
manos por un amigo. Descubrió a Dios dentro suyo en vez de en el
desierto, y ya de grande tiene cierta (mala) fama de curandero loco.
Harto de la sorna del pueblo de La Tirana, se embarca rumbo a una odisea
descalza a través del desierto más árido del mundo en busca de su
antiguo apóstol.Al menos ése es su objetivo, una dirección en la
que caminar. El Cristo ciego trata más sobre los distintos episodios
que Michael vive en sus andanzas: intenta convertir creyentes, realizar
bautizos, curar enfermos, redimir la vida de una mujer en particular.
Ante cada obstáculo ofrece una parábola a cambio (“Quiero contarles una historia…”),
y a la tercera o cuarta vez ya suena como que Michael es el menos
convencido en sus poderes milagrosos. Sus parábolas no parecen tener
relación con la realidad inmediata.Todo esto tiene un aire de
absurdo, resaltado por la dignidad con la que Michael se compromete con
rebaños que no sabe guiar y milagros que no puede cumplir.Efectivamente
uno se pregunta de dónde sale la obsesión mesiánica de Michael.
Obviamente radica en la muerte de su madre, ¿pero cómo logró convencerse
de que es capaz de hacer milagros, y por qué la decepción si no posee
precedentes prodigiosos? Si Michael hubiera hecho un “milagro” de
pequeño, aunque fuera por accidente o casualidad, su determinación (y
reiterada frustración) en convertirse en un santo tendría más sentido.
Como jamás ha logrado hacer o presenciar uno, la película no resulta tan
trágica como pretende.Michael es como un diletante en la sombra de El Topo
(1970) de Alejandro Jodorowsky, otra figura mesiánica que vagabundea por un
desierto repleto de personajes estrafalarios que de a poco lo van
deshaciendo (y a cambio rehaciendo). El desierto es prácticamente otro
personaje más, construido con gran talento por el reparto de lugareños y
una fotografía que realza la polvareda y la dejadez de la región. En
ciertas tomas Michael podría estar caminando perfectamente por los
escenarios de un Jerusalén bíblico.El final obviamente tiene que
ser uno de dos: o Michael destapa el mesías que lleva dentro o concilia
su obsesión con los milagros. Lo bueno es que hasta el último minuto no
se sabe por qué camino va a ir la cosa.
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