2015-08-10

Sin novedad en el peluche

Ted 2

La cuestión arranca con un Ted teniendo problemas maritales con su flamante esposa. El resultado de la discusión termina en la decisión de tener un hijo pero, por cuestiones biológicas, el peluche no puede concebir. A la hora de adoptar entra en conflicto con el Estado y sus leyes: Ted no es considerado una persona para la ley. A todo esto aparece una trama de abogados llevada adelante por una inexperta joven (Amanda Seyfried) que lo defiende en el magistrado mientras establece fuertes lazos de amistad con el oso y su amigo John Bennett (Mark Wahlberg).Ahora será Ted el protagonista absoluto de la historia y John su acompañante, aunque se sume una nueva “compañera inmadura” (Samantha, el personaje de Amanda Seyfried) al asunto. El relato del adolescente que no quiere madurar se asoma ligeramente con el trío en la “preparación del caso”, con drogas, alcohol y bromas físicas mediante. Pero las situaciones graciosas van en descenso con el correr de los minutos y la estructura de “abogados” (con leve critica a Estados Unidos y su concepción de las diferencias sociales) no es lo suficientemente sólida para sostener una historia que cuenta con una seriedad innecesaria -con reclamo de derechos incluido- para una película sobre un oso de peluche adicto a la marihuana.Dicho esto, Ted 2 se las ingenia para tener un par de buenos momentos: Otra vez con el actor de Flash Gordon, Sam J. Jones, las apariciones de Morgan Freeman y Liam Neeson, varios guiños a la cultura de los años ochenta, y la eficacia de Amanda Seyfried para la comedia; que sus extensos 115 minutos dilapidan acabando con la buena predisposición del espectador. A Seth MacFarlane, creador de la genial serie Padre de Familia, parece que se le agotaron las ideas. Si la primera parte estaba muy bien hay que reconocer que A Million Ways to Die in the West (2014) era al menos un poco extraña en su propuesta y sentido del humor (por no decir floja tirando a mala), mientras que Ted 2 termina por confirmar lo que se anunciaba: el humor que pregona el director tiene un techo que ya tocó hace rato.
Te puede interesar