2009-10-01

Crítica de "Todos mienten", encerrados afuera por Matías Piñeiro

La historia es simple: un grupo de amigos reunidos en una casa quinta dispuestos a terminar con los lazos oscuros que los unen. Todos mienten es una película que enlaza un hermetismo por momentos paroxismal, pero simultáneamente despliega una sensorialidad única. 

La excusa (o el principal sustento) es una casa quinta en la cual los personajes arman tramas, investigan, planean un robo, conspiran. También ponen el cuerpo: se besan, se repelen, fingen un desmayo, etc.

Esa impresión sensorial le da al film un atrevimiento, que le permite a Matías Piñeiro dispersar su entusiasmo por lo histórico y la literatura. La puesta en escena se despliega en forma de clave: la mayoría de los planos dejan afuera a varios personajes, obligan al espectador a completar el espacio, a construir lo que acontece, en definitiva, a jugar con ellos mismos. 

Todos mienten se encuadra dentro de un cine argentino diferente, audaz, ávido de nuevas sensaciones. Un cine de verdad.

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