2009-04-08

Crítica de "Belle Toujours": Treinta y siete años después de Buñuel

Séverine y Husson (interpretado por Michel Piccoli) se reencuentran en una cena lúdica y todo menos romántica, una situación incómoda que deja a cualquiera sin palabras. Séverine había huido desesperadamente de él, y ahora, treinta y siete años después, ya no es la misma. Él, sin duda, sigue siendo el mismo. Durante este encuentro, la tensión del pasado provocará las situaciones más difíciles, aunque solo sea incomodidad.

La película comienza con un plano general de una orquesta en un escenario, un ángulo que sugiere la atmósfera de un teatro en vivo más que de una película. Este estilo teatral se mantiene a lo largo de los escasos 68 minutos de Belle Toujours. Los planos generales en ambientes cerrados, con una distancia que parece mantenerse al margen de la trama, dan a la película una sensación teatral en lugar de cinematográfica. Se podría representar Belle Toujours casi como una obra teatral, dada la falta de movimiento y la atención a la teatralidad sobre lo visual.

La falta de movimiento y los decorados grandilocuentes, junto con la iluminación disipada que a menudo deja a los personajes en la oscuridad, distraen y crean una sensación de artificio más asociada con el teatro que con el cine. Michel Piccoli recrea su personaje, aunque en una versión más vieja y con diferentes fantasías, mientras que Bulle Ogier, en cambio, aparece mayormente de espaldas, huyendo o fuera de cuadro, lo que la hace casi invisible e incluso prescindible, como si el fantasma de Catherine Deneuve persiguiera a Séverine, ocultándola tras la cámara y desluciéndola repetidamente.

Manoel de Oliveira, a sus 100 años, parece rendir homenaje a Buñuel en Belle Toujours, pero desafortunadamente no logra hacerlo de manera cinematográfica. Tal vez teatralmente sí, pero esto es cine, y la película se queda corta en ese aspecto. En resumen, Belle Toujours es eso y solo eso: cine.

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