2009-04-03

Héroes Prefabricados y Escasa Emoción

Push

Gobiernos de todo el planeta tienen conocimiento de humanos que han desarrollado poderes psíquicos, paranormales, capaces de convertirse en armas secretas para combatir enemigos (lo que hubiera sido la panacea en los tiempos de la Guerra Fría).  Una agencia secreta (la División) experimenta con estos individuos, aún cuando les signifique la muerte.  Uno de los jóvenes identificados por esta agencia es Nick (Chris Evans), quien posee un escondite en Hong Kong.  El encuentro con Cassie (Dakota niña prodigio Fanning), una clarividente (pusher) de trece años, será para Nick una peligrosa exposición ante la División. La película tiene varias vueltas de tuerca sobre quién engaña a quién y qué eventos han sido manipulados psicológicamente.  La resolución de los enigmas son desde inverosímiles hasta ridículos.  Algunas secuencias son interesantes en su resolución dramática, pero de forma autónoma, dado que no consiguen formar parte del todo.  Un ejemplo es el enfrentamiento de Nick con varios agentes, en el cual el personaje pone en evidencia su capacidad de mover objetos con su mente.  Pero el guión hace de esta habilidad (y la de todos los personajes) un artilugio, un aspecto decorativo que no es aprovechado de manera más inteligente. Lo peor de Push, más allá de los desniveles en su realización, es la incapacidad de generar una emoción genuina. Eso es algo que forma parte del eje central de cualquier film de héroes. Estos parecen responder a fórmulas muy transitadas.  Moverán revólveres, conocerán el futuro, leerán mentes, pero no son capaces de sacarle una sonrisa al espectador.
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