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Crítica de “El Clan Vega”, José Celestino Campusano y la deficiencia de las instituciones estatales

Inspirada en hechos verídicos, la nueva realización del director de "Hombres de piel dura" (2019) utiliza la criminalidad de una familia para exponer la inoperancia de las organizaciones que nos deben proteger.

Crítica de “El Clan Vega”, José Celestino Campusano y la deficiencia de las instituciones estatales
martes 25 de abril de 2023

Las cintas de José Celestino Campusano suelen escarbar en distintos puntos de los males de la sociedad. Como una carta de los vulnerables, sus obras plasman diversas realidades actuales del país. El Clan Vega (2023) no es la excepción y aquí, con dramatizaciones casi absurdas, explora la ausencia de aquellos que deben ayudarnos. 

La familia Vega llega a un pueblo y visita la casa de un anciano. Ellos le hacen creer a él, quien vive con su hijo, que son familiares pero que nunca antes se habían conocido. Aprovechándose de esa fragilidad, el grupo se apodera de la propiedad, del día a día, y hacen sucumbir al pueblo. Sin embargo, nadie hace nada. La policía y los vecinos tienen miedo. Saben que algo no está bien. Los héroes sin capa, aquellos que se revelan, quieren intervenir, pero el sistema los reprime.

Campusano suele encontrar espacios sin maquillaje en la cruel fisonomía monstruosa de la sociedad. Él navega cómodo a través de ese registro: actores no profesionales, una puesta en escena casi burda para exteriorizar lo que está pasando y un guión que profundiza en la intención, pero que plantea diálogos incoherentes que rara vez alguien realiza. Estos condimentos, contrariamente a lo pensando, aleja a la película del realismo y peca, una y otra vez, en subrayar lo que quiere contar.

De todas maneras, como relato de denuncia, El Clan Vega acierta. Exhibe el “nadie hace nada” mientras todo se incendia. Un joven policía quiere cambiar el rumbo de las cosas, pero sus jefes ni lo quieren escuchar. Insultos, golpes y peleas se hacen presentes como un vehículo violento que despliega la realidad social.

Haciendo hincapié en la vulnerabilidad de los sectores más desprotegidos, Campusano aprieta fuerte el puño para evidenciar el mal funcionamiento de determinadas instituciones. La moral se pone en tela de juicio y la (no) intervención de nosotros como ciudadanos queda a la vista. Una narrativa caricaturesca, ilógica y risible que merecía otro tipo de tratamiento, pero que hace efectivo su propósito.

5.0
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