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Crítica de “Adentro”, Willem Dafoe y el arte de la supervivencia

La primera película de ficción de Vasilis Katsoupis ("My friend Larry Gus") es un relato brutal sobre un hombre encerrado en un penthouse de Nueva York que debe sobrevivir con ingenio luego de un robo fallido.

martes 02 de enero de 2024

Si mezclamos Náufrago (Cast Away, 2000) con Escape room (2019) podríamos acercarnos a la propuesta de Adentro (Inside, 2023) pero, por suerte, el film protagonizado por Willem Dafoe es superador del género. Porque el director griego no realiza un mero relato de supervivencia (aunque en parte lo sea) sino que explora la dimensión psicológica de un hombre ante una paradoja extrema: el aislamiento aunque lleno de confort, se transforma en autodestrucción para el individuo.

Nemo (Dafoe) es un ladrón de obras de arte que ingresa a un departamento de lujo ubicado en la cima de un rascacielos vía helicóptero. Una casa tecnológicamente diseñada para estar aislada del mundo sonora, térmica y estéticamente. Una isla en medio de la ciudad. Nemo (mismo nombre que el pez del film de Disney) queda encerrado luego que el sistema de seguridad falla y debe permanecer sólo y entre las obras de arte varios días mientras busca una salida.

Willem Dafoe en una magnífica interpretación en clave unipersonal, compone a este personaje que se encuentra consigo mismo y su dimensión humana en un film que se torna existencial. Una actuación física extraordinaria, de una entrega absoluta, sin histrionismos ni golpes bajos. El actor de 67 años se banca la cámara sobre su cuerpo durante toda la película. 

Sucede que el sistema corta el agua y aumenta gradualmente la temperatura del espacio para luego bajarla paulatinamente hasta un frío extremo. Bañarse y hacer sus necesidades se convierte en algo sumamente complejo para alguien rodeado de obras de arte valuadas en millones de dólares. El arte refleja el sufrimiento y pone en jaque al individuo que reacciona produciendo su propio arte ante el dolor. 

Presentada en Berlín, Adentro deja entrever también la situación de confinamiento y sus consecuencias con la locura, del mismo modo que la dependencia de la tecnología. Pero por sobre todo, el film es una reflexión sobre el arte, en su proceso creativo, filosófico y movilizador. La voz en off de Nemo al principio del relato deja entrever la importancia del arte para su persona. “Los gatos se mueren, la música se acaba pero el arte es para siempre”, dirá. Las obras dejan de tener  un sentido mercantilista y se pasa a comprender su enorme significado para la experiencia humana. Las pinturas y esculturas reflejan el sufrimiento del protagonista convertido él mismo en objeto artístico.

El magnate ausente (se comenta que está en viaje de negocios), los vecinos indiferentes (los ve por las pantallas de seguridad pero no pueden escuchar sus gritos de auxilio), anticipan un giro narrativo que, por suerte, nunca se revela del todo para mantener las múltiples líneas de lectura en la potestad de cada espectador.

7.0
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