Crítica de "Vida", una adaptación ingeniosa que reflexiona sobre la vida y la burocracia en la sociedad moderna

La película cuenta con un guion del ganador del premio Nobel Kazuo Ishiguro (Lo que queda del día) y sigue la historia de un burócrata británico, interpretado magistralmente por el actor estadounidense Bill Nighy, quien se enfrenta a la realidad de la vida cuando se le diagnostica cáncer terminal. Siguiendo la estructura de Ikiru, el personaje principal emprende un viaje emocional que lo lleva a descubrir el verdadero significado de la vida.

A diferencia de la versión original, Vida no se limita a reconstruir la sociedad japonesa después de la Segunda Guerra Mundial, sino que explora la realidad de la sociedad británica en la década de los 50 y sus luchas. Un aspecto destacado de la película es su habilidad para adaptar la feroz crítica a la burocracia de la versión original a una fauna británica caracterizada por su elegancia, con trajes, bombines y paraguas. La película presenta una visión penetrante y satírica de la sociedad moderna y su sistema burocrático, que resuena con fuerza en la actualidad.

Hermanus demuestra su habilidad como director al equilibrar los elementos más sentimentales de la historia con una crítica social sutil pero efectiva, mientras aprovecha la base establecida por Kurosawa para contar una historia nueva con una visión fresca y actualizada. Además, cuenta con un elenco excepcional liderado por la inolvidable actuación de Nighy, que aporta profundidad y autenticidad.

A través de la sonrisa de una joven mujer, el columpio de un parque mientras cae la nieve y una canción melancólica, Vida logra transmitir una experiencia emocional profunda que invita a la reflexión sobre la belleza y la complejidad de la vida humana. Estos elementos simbólicos se combinan hábilmente para evocar una sensación de nostalgia y empatía en el espectador, transportándolo a través de la pantalla a una dimensión de la realidad que trasciende lo puramente visual.