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Crítica de "10 días de un buen hombre" o el retrato de un detective

A los pocos minutos de comenzar, "10 días de un buen hombre" (Uluç Bayraktar, 2023), producción turca, demuestra que, por aquellos lares, han aprendido un par de cosas del cine negro más puro.

A Sadik (Nejat Isler), abogado convertido en [primerizo] detective privado, le es encomendada la búsqueda de un muchacho desaparecido. La jornada durará los diez días del título. Por supuesto que las cosas no son como aparentan, y como en todo film noir que se precie, una (desdibujada) crítica social está implícita, mientras se nos van revelando asuntos turbios -trata de personas, pedofilia, secuestros, tráfico de drogas, prostitución obligada-, y personajes clave desvelan su peor cara.

Maide, una colega de sus tiempos de la corte, le pide que ayude a su niñera, Yeter, quien tiene dos hijos, el desaparecido Tevfik -que no resultará ser tan inocente,  como pareciera en un principio-, y la colegiala, y rebelde, Pinar (Ilaida Akdogan), prostituta en sus tiempos libres -el nombre “Pinar”, se lo ha dado ella a sí misma, porque “tiene derecho a elegir el nombre que quiera”-, para pagarse ropa, teléfonos celulares, y demás cosas que una adolescente podría desear, y que no guarda una buena impresión de su hermano desaparecido. Aunque hombre maduro, a Sadik no se le dificulta atraer a las mujeres. Por ejemplo, a Fátima (Ilaida Alisan), su sensual vecina -otra jovencísima prostituta, a quien él le lleva décadas de diferencia-, que la casera de ambos desea echar del departamento por falta de pago, la acogerá Sadik a la vez, en su destartalado departamento, pues realmente desea ayudarla y de quien ella, mujer de buen corazón -“sólo ha vendido su cuerpo”-, terminará enamorándose y prometiéndose en matrimonio. Podríamos objetar la facilidad con que Fátima y Sadik forman pareja, así como la aparente felicidad de la muchacha, más cercana a una rara despreocupación que a la soledad de esta clase de personajes en otras películas, pero el dulce romance resultante es tan agradable, que este punto endeble en la trama, se pasa fácilmente por alto.

Sadik se va topando con personas siniestras, toda una galería de clichés del genero, como “el jefe”, que se vale de una especie de llave de tuercas con forma de garra, con la cual arranca los dedos de sus enemigos, su chantajista ex esposa -casada ahora con un hombre adinerado-, un par de mellizos albinos entregados a juegos sádicos y criminales, o el romántico deseo de Sadik de escapar a una isla lejana (Sadik mantiene colgada sobre la chimenea una foto grande de Whitsunday, la fotogénica isla con forma de corazón de la gran barrera de arrecifes australiana, que nos recuerda el deseo de escape que impregna “Los mares del sur”, obra más conocida de Manuel Vázquez Montalbán), y la admiración por las leyendas de la ficción detectivesca pues, igualmente, tiene el póster de “Un adiós peligroso” (The Long Goodbye, 1973), sobre la pared, aquella adaptación que hiciera Robert Altman de la novela de Raymond Chandler, con Elliot Gould en el rol del detective Philip Marlowe, cuya durísima frase “Nothing says goodbye like a bullet”, Sadik dirá en un momento álgido de la película, pero sobre todo el ritmo absorbente que, aun con su falta de profundidad inherente, la película logra mantener a lo largo de sus poco más de dos horas de duración.

10 días de un buen hombre es una adaptación de la primera de las tres novelas que, Mehmet Eroglu, escribió sobre Sadik y de quien, al finalizar esta primera parte, se nos entrega el tráiler de su continuación, 10 días de un mal hombre.

Es probable que el detective Sadik -que siempre tiene frío, usa un abrigo sucio y lee a Dostoyevski-, no se convierta,  andando el tiempo, en un clásico como el Philip Marlowe que tanto admira, pero sí que se le recordará como uno de los más entrañables, en esta de por sí, larga galería de detectives ilustres.

6.0
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