Crítica de "Los 90", Sebastián Deus y el autorretrato de una época neoliberal

Una mudanza enfrenta el cineasta con viejos VHS que almacenan grabaciones caseras registadas durante los años 90. En ellas, un joven veinteañero junto a su cámara era testigo de la resistencia del pueblo a las políticas impulsadas por el entonces presidente Carlos Saúl Menem. Como un loop, las escenas filmadas hace más de veinte años vuelven a repetirse cuando a finales de 2015 asume la presidencia Mauricio Macri con un gabinete de empresarios.

Los 90 (2023) es un documental de montaje donde, a través de imágenes inéditas, tomadas en su juventud por el propio realizador, y otras en el presente, se propone un diálogo visual que busca interpelar la memoria histórica y generar una reflexión hacia el futuro. Y es en ese diálogo donde muchas veces el documental pierde su equilibrio y algunas situaciones resultan forzadas.

Asambleas populares, marchas contra el indulto, recortes en salud, cultura y educación, flexibilización laboral, privatizaciones, FMI, desempleo… Protestas sociales que encuentran su correlato en el fallo de la Corte Suprema de Justicia del 2x1 para genocidas, la reforma previsional, los recortes en las empresas públicas o la desaparición de Santiago Maldonado y de nuevo el FMI. Un pasado y un presente que se entrecruzan y terminan siendo un todo unificado.

Como en la serie (y libro) Los 90: La década que amamos odiar, donde el filósofo Tomás Balmaceda repasaba los hechos más significativos de esos años para encontrarle una explicación al presente, en Los 90, Deus mantiene la misma lógica: interpelar el presente desde el pasado. Lo que difiere es la forma. Mientras en el primero el valor lo tenía la palabra, en el segundo lo tienen las imágenes.