Crítica de "La última", Aitana y Miguel Bernardeu de la realidad a la ficción

La trama se centra en Diego y Candela, dos jóvenes que luchan por abrirse camino y conseguir cumplir sus sueños. Ella, una chica que trabaja en una empresa de logística busca convertirse en cantante pop. Y él, un antiguo compañero del colegio con problemas económicos, busca ser boxeador profesional participando de peleas ilegales para sobrevivir. Ambos se reencuentran una noche en el bar en el que Candela canta y nacerá el amor, mientras se ven envueltos en un relato de superación personal y conflictos familiares.

La serie, que se aleja de la explicites sexual de productos como Élite y peca de naif, cruza los amores dramáticos de las obras de Nicholas Sparks, con la intensidad del primer amor de Federico Moccia y los finales felices de las películas adolescentes para apostar por un entramado narrativo que no sólo avanza por medio de los diálogos, sino también a través de escenas musicales con canciones creadas en exclusiva para que Aitana luzca todo su carisma y talento interpretativo.

Sólo cinco episodios componen una historia que en ningún momento busca correrse del lugar común ni evitar los golpes de efecto, con giros narrativos previsibles, donde no faltan ni la risa ni la emoción en el momento indicado.Todo está calculado para que funcione hasta en el más mínimo detalle y es espectador reacione sin esforzarse en la más mínimo.

Con sus defectos y virtudes, la quimica entre ambos es incuestionable y el nivel de producciónindicustible, aunque por momentos demasiado empalgosa desde la estética visual, La última, es una comedia romántica rosa que cumple con el resultado esperado: entretener y no defraudar a los fans.  No mucho más.