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Crítica de "La casa Gucci", Ridley Scott dirige la peor película del año

Basada en el libro homónimo “The House of Gucci: A Sensational Story of Murder, Madness, Glamour, and Greed”, escrito por Sara Gay Foden, “La Casa Gucci” (House of Gucci, 2020) es sin duda una de las producciones más ambiciosas, fallidas y desconcertantes que Hollywood brindó en los últimos años.

sábado 17 de diciembre de 2022

La historia se centra en uno de los episodios más controversiales que sucedieron en el mundo de la moda: el asesinato del magnate Maurizio Gucci a manos de un sicario, bajo la orden de su ex esposa Patrizia Reggiani.

Protagonizada por Adam Driver y la cantante Lady Gaga, esta adaptación de la novela periodística a cargo de Ridley Scott se basa en el romance, la traición y el crimen que unió a Maurizio Gucci y Patrizia Reggiani, una de las parejas más influyentes de los años 70 y 80 en el mundo de la moda y que terminó con la muerte del nieto del icónico fundador de una de las casas de modas más importantes del mundo. El elenco secundario se completa con figuras de la talla de Jared Leto, Al Pacino, Salma Hayek y Jeremy Irons.

Scott apela a un formato más cercano a la telenovela que al lenguaje cinematográfico a través del uso y abuso de una serie de recursos efectistas (por momentos absurdos) sin importar mucho el por qué están, sino más bien lo que pueden causar. Desde el elenco, que reúne a un seleccionado de estrellas de Hollywood que utilizan un acento que nada tiene que ver con el italiano y los deja en ridículos, pasando por una sucesión encadenada de canciones pop que parecen sonar más por una necesidad de la discográfica que a una cuestión estética, hasta el ridículo maquillaje de Jared Leto, en una de las peores actuaciones de su carrera. El cineasta, que recurre a una representación del modelo Hollywoodense go big or go home, pretendía hacer una mega producción ampulosa y desbordante, y lo logró, aunque esto lo dejara en ridículo.  

En La casa Gucci todo es exagerado (y exasperante), nada es sutil. Los excesos no solo los tienen los personajes dentro de la ficción, sino que también la ficción en si misma. Y esto hace que el drama se convierta en comedia y el realismo en absurdo. Toda la parafernalia visual que rodea a la historia es tan delirante y retorcida que hace imposible  tomarse en serio la realidad que se cuenta.

La segunda película estrenada en un mismo año por Ridley Scott, que era una de las apuestas más esperadas, se convirtió rápidamente en una de las peores del año. Ni el glamour del vestuario, ni la barroca dirección de arte la salvan del apocalipsis. Al final, uno no sabe si reírse por su humor inherente o llorar por el horror al que acaba de enfrentarse.

2.0
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