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Crítica de "El Planeta", comedia agridulce de Amalia Ulman sobre la crisis y los desahucios

Estrenada en el Festival de Sundance y ganadora del premio a la mejor dirección y una mención por las actuaciones del dúo protagonista en el 22 BAFICI, Amalia Ulman filma una comedia agridulce sobre el drama de los desahucios.

miércoles 16 de noviembre de 2022

La artista multidisciplinaria argentina, pero afincada durante mucho tiempo en España y ahora residente en Estados Unidos, Amalia Ulman, debuta en el cine con una original y mordaz comedia negra sobre la crisis económica, que en este caso tiene como epicentro la ciudad asturiana de Gijón.

Madre e hija (interpretadas por la propia directora/guionista/productora y su progenitora Ale Ulman), ambas sin trabajo y con un desalojo inminente, sobreviven como pueden, entre apariencias y sinsabores, dentro de un laberinto sin salida. Desde la asistencia a degustaciones, visitar amigos en horas cercanas a las comidas diarias, leer en el pasillo cuando les cortan la luz o robarse pequeñeces del supermercado conforman el universo rutinario de este dúo que en paralelo intenta llevar una vida de apariencias como si nada les estuviera ocurriendo.

Ulman construye un relato ácido, plagado de sutilezas y diálogos naturalistas (que por momentos pueden resultar absurdos) para configurar el derrotero por el que transitan estas dos mujeres que viven de la imagen que construyeron. Edifican un mundo ficticio sobre lo que fueron y pretenden ser.

El Planeta (2021) es una película de personajes, de dos personajes, donde a través de los diálogos y las acciones se define la psicología de los mismos. Una fotografía en blanco y negro muestra una Gijón convertida en una ciudad de locales comerciales vacíos, con grandes carteles de venta o alquiler, y una población envejecida, casi sin juventud. No se necesita nada más para retratar la decadencia, humana y social.

Con claras reminiscencias del cine de Jim Jarmusch y Noah Baumbach, también de aquel Woody Allen de Manhattan (1979), Ulmann, construye dos mundos, uno ficticio y otro real, y para eso apuesta a la experimentación, la modernidad y cierta desobediencia cinematográfica como hace tiempo no se veía. Y eso siempre es bienvenido.

8.0
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