Crítica de “Amigas en un camino de campo”, una amistad cósmica de Santiago Loza

Un meteorito cae cerca de un pequeño pueblo de una zona rural de la provincia de Buenos Aires. Una amiga (Anabella Bacigalupo) llama a otra (Eva Bianco) por teléfono con el fin de emprender juntas un viaje hasta el lugar. Entre sus largas charlas recuerdan a su otra amiga recientemente fallecida.

Santiago Loza, quien también escribe el guión junto a Lionel Braverman, hace un film con dos personajes (tres si contamos a la hija que viene de visita) perdidos en el inmenso y desolado paisaje campestre. Y lo hace con su inconfundible estilo apaciguado y una atención especial para rescatar la belleza del espacio (fotografiada por el también director Eduardo Crespo). Las camperas de las amigas, una roja y otra azul francia, destacan la presencia de ellas en medio del amplio paisaje.

El otro elemento imprescindible en la filmografía del realizador (o mejor dicho en toda su obra, que se extiende al teatro, la literatura y la televisión) es la poesía, que encuentra el encanto en las pequeñas cosas, en la amistad como necesidad humana, su valor y fortalezas y debilidades, pero también en la energía que circula -mágicamente para la comprensión racional- en el ambiente. Loza se presta a lo desconocido y trata de capturar su belleza con el lente de la cámara mientras escuchamos la poesía de Roberta Iannamico y la música de Santiago Motorizado.

Estamos ante la historia de un duelo que atraviesa profundamente a las dos amigas. El viaje al meteorito es para encontrar en esa piedra del más allá, el misterio de lo incomprensible, conectarse con lo sobrenatural, que sólo puede consolar el dolor por la pérdida de la tercera amiga, una presencia en ausencia. La película evita resoluciones fantásticas pero siempre atenta a esa dimensión sensorial que escapa a cualquier explicación mundana.

Amigas en un camino de campo (2022) deambula entre charlas que fortalecen el lazo de amistad y el valor del vínculo ante los avatares de la vida. Una película pequeña que tiene la magistral capacidad de universalizar su temática con sus mínimos elementos constitutivos. Loza hace una película profunda que homenajea a la amistad desde el cielo a las estrellas o, mejor dicho, desde las estrellas hasta la tierra y los seres humanos que la habitan.