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Crítica de "El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro", mucho gore y poca sustancia

A la manera de un Hitchcock en “Alfred Hitchcock Presenta”, pero sin su humor negro y contagioso o, mejor, a la manera de un Rod Serling en “Galería Nocturna” -, Guillermo del Toro escogió ocho cuentos para la primera temporada de esta serie de su creación, presentándonos el gabinete del título, un mueble antiguo del que extrae un objeto relacionado con el cuento y dirigido por un director diferente.

Entretenidas sin llegar a ser absorbentes -que es lo que se exige de un relato-, a veces un tanto sorpresivas y chocantes por lo gráficas, pero sin aportar nada al subgénero del terror, el problema de casi todos estos cuentos es el exceso de gore -donde, en los originales literarios, no lo había, porque no hacía falta, y que se da en todos los cuentos de Lovecraft adaptados aquí-, el débil cierre de otros (como en La inspección, que pasa de contener una premisa inicial sumamente interesante a más de lo mismo, dirigida por una promesa del cine como es Panos Cosmatos, una historia situada en la psicodelia setentera,  con todo y drogas) o los desencajados giros argumentales de la de por sí aburridísima Por fuera (dirigida por Ana Lily Amirpour), que pretende denunciar el engaño de los infomerciales, la serie no alcanza, ni de lejos, el paroxismo terrorífico al que llegaron varias de las adaptaciones de Masters of Horror, creada por Mick Garris, que aunaba a grandes clásicos literarios del subgénero con directores de renombre del mismo.

El siempre socorrido Lovecraft, tan comercialmente efectivo, es trivializado a través del CGI y el estiramiento del argumento en Modelo (aka. El modelo de Pickman), dirigida por Keith Thomas que, de plano, muestra de más lo que, en la pluma de “el soñador de Providence”, al ser un dato escondido, saltaba a los ojos del lector, en la revelación final.

Las ratas del cementerio, dirigida por el otrora impactante Vincenzo Natali de El cubo, una de las pocas películas de Ciencia ficción realmente rompedoras de conceptos, con su incursión en el lado más terrorífico de lo que las matemáticas pueden llegar a ser, cae en el mismo error, en esta adaptación del relato de Henry Kuttner, sobre un ladrón de tumbas y lo que descubre en los túneles del cementerio. Se trata de un episodio de los más atrapantes, a pesar de ello, pero lastrado por el efectismo.

En La autopsia, dirigida por David Prior,  y adaptación del cuento splatterpunk, y Nebula del mismo título, y escrito por Michael Shea, el gore aparece, por contraste, plenamente justificado, desde que pertenece a dicha corriente literaria. Al autor, Shea, le interesa la temática de los endoparásitos y la especulación sobre lo que estos pudieran hacernos, de ser inteligentes y de procedencia extraterrestre, en uno de los episodios más logrados de la serie.

Para finalizar esta primera temporada, Del Toro añade un cuento de su autoría, El murmullo (aka. Murmullos), dirigido por otra directora, Jennifer Kent, que aúna al dolor que, como pareja -han perdido a una hija-, llevan consigo a una isla apartada, donde pretenden estudiar a las aves llamadas correlimos, unos ornitólogos, en un tema obsesivo de Del Toro, y que ha presentado ya en películas como El espinazo del diablo: el fantasma doliente cuyas apariciones se relacionan con una deuda pendiente. Es el más lírico y entrañable de los episodios, que cierra la serie -por ahora-, apartándose de todo el destripadero mostrado antes.

Las aves como psicopompos, y los fantasmas de Guillermo del Toro, con todo y sus excesos, prometen llenar las horas de la próxima Noche de Brujas.

6.0
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