Malba

Crítica de "Un hombre de cine", una doble biografía de redención filial y contra la ominosa censura

El director Hernán Gaffet ha encarado de manera frontal su relación y la vida y oficio de su padre, el productor y distribuidor de cine de arte Néstor Gaffet, un inquebrantable luchador quien enfrentó con armas dignas y legales a las censuras funestas que imperaron en nuestra cinematografía.

domingo 23 de octubre de 2022

Cuando recién comenzaba a frecuentar el Barrio del Cine, un día entré a las oficinas de la Distribuidora independiente Orbe Films que quedaba sobre la calle Lavalle, entre Riobamba y Ayacucho. Ahí conocí a Néstor Gaffet, quien ya tenía una larga y orgullosa -y quizás no menos incómoda- fama de ser el distribuidor que más había enfrentado a los maquiavélicos funcionarios de facto -o no-, adoradores de la censura a la cultura y en especial a las obras cinematográficas. Mis preguntas hacía él las hacía en mi condición de cronista y periodista de cine sobre futuros estrenos, situación con la censura, etc, etc. Gaffet me miraba fijamente, asentía, sonreía y comentaba que su vida era una lucha constante en poder mostrarle a la gente las películas qué a él le gustaban y que, en muchos casos, ciertos señores se lo impedían o le ponían palos y piedras en el camino. Pero contra viento y marea, contra todas las vicisitudes, seguiría adelante con su pasión y su función. El de ser uno de los primeros en distribuir cine artístico, de autor, no tan comercial, pero si como referente de un amor bien entendido por el séptimo arte.  

La lista de films que distribuyó –principalmente entre mediados de la década del 50, toda la del 60 y 70- es larguísima. Pero es necesario aquí poder pasar parte de ella, para saber bien de qué estamos hablando. La misma es avasalladora ya fuera por los clásicos indiscutibles que estrenó o por los nombres de los directores que acercaba al público argentino, muchos de ellos por primera vez ofrecidos en nuestro país.  

Estrena el primer film de Ingmar Bergman, Juventud Divino Tesoro el 25 de mayo de 1955 en el Cine Libertador. Del realizador sueco también traería entre otras: Un verano con Mónica, Noche de circo y La fuente de la doncella. De sus compatriotas Alf Sjoberg, La señorita Julia y Adorado John de Lars Magnus Lindgren, Y ya que estamos en Europa, allí aparecen en cartel films polacos como  Cenizas y diamantes y Kanal de Andrzej Wajda, Tren nocturno de Jerzy Kawalerowicz o La tercera parte de la noche de Andrzej Zulawsky. De Francia están Lola y Los paraguas de Cherburgo de Jacques Demy, Vivir su vida y El soldado de Jean-Luc Godard, Hotel del Norte de Marcel Carné, Hace un año en Marienbad de Alain Resnais, Moderato Cantabile del británico Peter Brook, y del inefable Jacques Tati: Las vacaciones del Sr. Hulot y Mi tío. Italia no se quedaba atrás, se estrenaron Luces de varieté de Federico Fellini y Alberto Lattuada, "Era noche en Roma" de Roberto Rossellini, Un hombre para quemar de Paolo y Vittorio Taviani, El grito de Michelangelo Antonioni, Libera amore mio de Mauro Bolognini, y El desierto de los tártaros de Valerio Zurlini. 

Aquí nos detenemos en un caso singular. En el año 1964 se iba a estrenar el mítico film colectivo Rogopag un largo con cuatro segmentos dirigidos y escritos cada uno por Roberto Rossellini, Jean-Luc Godard, Pier Paolo Pasolini y Ugo Gregoretti (de ahí el título), y rodado en los legendarios estudios romanos de Cinecittà. Pues bien como las autoridades censoras del momento le piden cortes, Gaffet se defiende y publica un aviso en los diarios muy frontal. Allí dice "Al amparo de los artículos 14 y 32 de la Constitución Nacional, ¡Libertad de Expresión! Sin certificado de calificación que aún se "demora" porque no se practicó ninguno de los infundados 17 cortes "sugeridos verbal y amistosamente". ¡SE EXHIBE COMPLETA Y SIN CORTES!". Su pelea recién comenzaba. 

Había también películas inglesas como Los 39 escalones de Alfred Hitchcock, Por la patria de Joseph Losey; de Japón Los siete samurais y Rebelión de Akira Kurosawa, de Australia La última ola de Peter Weir y Perro rabioso Morgan de Philip Mora. Más otro mito del western, La diligencia de John Ford; y películas claves con elencos de diferentes países como Cul de sac de Roman Polanski o El proceso de Orson Wells. Así mismo, Gaffet fue un pionero en cuestión de traer los films de Carlos Saura y de muchos españoles y vascos. Del aragonés presentó varios títulos como Llanto por un bandido, La caza, Ana y los lobos, Peppermint frappé y La prima Angélica. De Pedro Olea El bosque del lobo, Tormento y No es bueno que el hombre esté solo. Más joyas como El espíritu de la colmena de Víctor Érice, Las largas vacaciones del 36 de Jaime Camino y El nido de Jaime de Armiñan. 

Y esa lucha contra la censura fue continua, constante, sin descanso. Claro que se sucedían ciertas paradojas como que alguna película quedara encerrada en medio de un limbo. Por ejemplo al film que los distribuidores no le hacían los cortes que pedía la censura, no se podía estrenar, aunque el mismo propiamente dicho, no estaba prohibido. Su gran enfrentamiento fue con el siniestro Ramiro de La Fuente, quien en 1961 estaba a cargo de la Comisión Calificadora, además de ser el Director Nacional de Cine y Teatro de la Acción Católica Argentina. Este oscuro individuo crea en diciembre de 1968 el Ente de Calificación Cinematográfica, instituyendo la Ley de Censura que elimina toda protección constitucional a la cinematografía. 

Otro personaje despreciable con el cual tuvo que enfrentarse fue con el periodista Miguel Paulino Tato quien en la década del 70 hasta la llegada de la democracia en 1983, ejerció como director del Ente de Calificación Cinematográfica de Argentina. Era crítico cinematográfico y en sus últimos años ejerció ese rol en el periódico Esquiú donde firmaba paradójicamente con el seudónimo de Néstor. Y hacia dos calificaciones: el puntaje cinematográfico y el puntaje moral. El nuevo gendarme defensor de la censura, fue un continuador de Ramiro de la Fuente. 

Precisamente con uno de los casos ejemplares de censura, es como se inicia este preciso y aclaratorio documental de Hernán Gaffet. Durante el gobierno democrático del radical Arturo Illia, se procedió a secuestrar las latas con la copia legal del film Morir en Madrid de Frederic Rosiff, distribuido por Néstor Gaffet. Fue el 17 de septiembre de 1964 por orden del Presidente del Consejo Nacional Honorario de Calificación Cinematográfica, Ramiro de la Fuente. El distribuidor hace las denuncias judiciales correspondientes con un Recurso de amparo y una semana después se autoriza el estreno. Paralelamente fueron denunciados los autores de la Ley. En un principio Hernán se pregunta: "¿Por qué durante un gobierno constitucional se pretendió pedir permiso a un dictador para proyectar una película¿ ¿Por qué un distribuidor peleó tanto por una película que según la lógica del mercado no sería un gran negocio¿ ¿Hasta cuándo los poderes de facto ganarán la pulseada a los poderes republicanos¿".

El director entra y sale de las peripecias que vivía su padre, introduciendo momentos de su relación personal y familiar, tratando de entender el porqué estaba tan metido en ese mundo y descuidaba a su mujer y a sus hijos. (Hernán Gaffet tuvo un hermano mayor con problemas de salud). "Siempre dije que conocí a mi padre por las películas que le gustaban, que por el tiempo que lo tuve conmigo", sentencia en off, Hernán no sin coincidir con su papá en una frase que lo marcó para siempre: "El Cine es una forma de la felicidad". 

Hernán hace más de cuatro años me comentó que por fin podía encarar este viejo proyecto, dado que pudo ir consiguiendo y descubriendo mucho material personal de su padre, con fotos, cartas, recuerdos, publicaciones y archivos periodísticos. Sin duda este es uno de sus trabajos más ansiados, el documental Un hombre de cine, que no es otra cosa que la recreación testimonial de la vida de su padre, Néstor Gaffet quien fuera productor de Leopoldo Torre Nilsson y Aníbal Uset, guionista de Lautaro Murúa y muy especialmente un gran distribuidor de cine de arte y un constante luchador contra las censuras imperantes. 

El ágil montaje de este relato también está mechado con funcionales escenas de animación en blanco y negro a cargo de Gabriel Muro, para darle imagen y movimiento a momentos que no están registrados ni con fotos, ni filmaciones ni artículos de archivo. Por otro lado son espectaculares las imágenes en movimiento de la Ciudad de Buenos Aires de las décadas del 40 y 50. Con una nitidez y claridad notables. 

Constantemente muestra y demuestra el porqué de la incesante lucha casi quijotesca de su padre en un  tiempo en que, por ejemplo, un estudio en los Estados Unidos declaraba que la Censura en Argentina era probablemente la más severa de América Latina. Y además establece que el Poder Eclesiástico presiona sobre la cultura y el cine a partir básicamente del golpe cívico militar de 1955. Es muy importante que las nuevas generaciones sepan y se enteren de que la censura en nuestro país ha hecho estragos culturales. 

Las cuestiones de derechos y legitimidad no se consiguen de manera mágica, sino, por lo general mediante luchas y resistencias constantes, para hacer valer la verdadera libertad, que no tiene nada que ver con el facilismo pseudo libertario de decir: yo quiero hacer lo que se me antoja. 

Es necesario destacar un poco aquí lo que fueron algunos rasgos biográficos de la  vida de Néstor Gaffet. Nacido en La Plata, criado en la ciudad de Trelew, ya de chico frecuentaba los cines Español y Verdi donde se hizo cinéfilo. Con su prima Beatriz se enamoran y se casan y tienen dos hijos. Viviendo en Buenos Aires frecuenta el Cineclub Gente de Cine del mítico crítico Roland (Rolando Fustiñana). Estudia cine con el crítico exiliado de España, Manuel Villegas López. Y colabora con la Revista Gente de Cine. A mediados de la década del 50 se conocen con el director Leopoldo Torre Nilsson. Comienza a distribuir y producir sus películas como Fin de fiesta, Un guapo del 900, La mano en la trampa, Piel de verano y  Homenaje a la hora de la siesta. También produce la opera prima de David José Kohon, Prisioneros de una noche y es el coproductor y coguionista de Un guapo del 900 de Lautaro Murúa en 1971. 

En la película Hernán resalta la amistad de su padre con el director y escritor Edgardo Cozarinzky y con el distribuidor uruguayo Walter Achugar. Importantes aportes con datos e información del programador, investigador y coleccionista Fernando Martín Peña y del Investigador y docente Fernando Ramírez Llorens. Y en menor medida el periodista Horacio Verbitsky, el realizador Alejandro Saderman y el periodista y bibliotecólogo Adrián Muoyo. Acorde y sin fisuras son las locuciones de Juan Palomino y Darío Guersenzvaig y del propio director.

Revisando su filmografía que incluyen otros tres documentales y un film de acción viva, aparecen su opera prima Oscar Alemán, Vida con Swing (2002), le sigue la comedia dramática Ciudad en celo (2006) una coproducción entre Argentina y España y hasta ahora su único largo de ficción; Argentina Beat con crónicas y reportajes sobre el primer rock argentino estrenada en 2007. Y diez años después dirigió otro documental y también con temática musical: Destino jazz, Retrato de Andrés Boiarsky. 

Podemos decir con absoluta seguridad que Un hombre de cine es su película más intrínsecamente personal, más sentida, más emotiva y donde Gaffet puso mucho de su vida para contar la de su padre. Y también como él -más allá de gustos, quimeras, estudios y profesiones- es otro pilar que asume su rol en el mundo con el entusiasmo y la entereza de quienes viven y pugnan por lo que es justo. 

8.0
Te puede interesar
Últimas noticias
MÁS VISTAS