70 Berlinale

Dos películas de la Competencia Oficial: Philippe Garrel y Diritti

Dos películas de la Competencia Oficial: Philippe Garrel y Diritti
Fotograma de "Le sel des larmes"
Fotograma de "Le sel des larmes"
sábado 29 de febrero de 2020

Le sel des larmes (Francia/Suiza, 2019, 100’)

Philippe Garrel

¿Philippe es o se hace? 

Me explico: me pueden él y su cine. Por eso, la evidente misoginia, el anacronismo de ciertos planteos -debo confesarlo- me provocan más ternura que indignación. ¿Está mal? Puede ser; pero aquí os cuento un poco de qué viene el asunto.

Luc quiere ser ebanista. Es un grandulón de más de 20 años pero se mueve en la vida y tiene una relación con su padre (de admiración, amor y respeto) más propias de antes de la pubertad. Llega a París para presentarse a un concurso para continuar sus estudios y se cruza (literalmente) con Djemila. Lo que parece una historia encuentro, va mutando con la aparición de otras mujeres (Genevieve, con quien noviaba en su pueblo y a quien deja para ir a la capital) y otra con la que convive (con ella y Paco, en un particular trío).

La pantalla scope y el hermoso blanco y negro  de Renato Berta nos transportan a otra época. Sin embargo, lo cierto es que la historia sucede en el presente. Y lo que sorprende (y como dije, en algún punto fascina) es el modo en que Garrel retrata a los jóvenes actuales. El desconocimiento de códigos y ritos contemporáneos genera un extraño universo que se parece mucho al actual (aunque el retrato en blanco y negro algo indique, por cierto) pero en que las cosas se mueven al ritmo y con los valores de mediados del siglo pasado, en algún lugar en el que los años sesentas abrían alguna brecha en los principios conservadores de la década pasada. La mirada, el punto de vista, es el de Luc, el protagonista. Frente a él las mujeres pasan, se desnudas (metafórica y literalmente). El no (al menos, no literalmente). Y así va la cosa: mujeres bellas sometidas al arbitrio y capricho de un personaje horrible.

Y sí, sin embargo… el cine es pura forma: este viaje al pasado, incluso a uno con sus costados menos amables, es propuesto por una muy buena película. ¿Garrel cree que el mundo es así o es consciente de su anacronismo, de su claro ir contra la corriente? Creo que la verdad está más cerca de la primera afirmación, pero -como lo dije- sus películas me parecen únicas, distintas, siempre interesantes.

Volevo nascondermi (Italia, 2019, 118’)

Giorgio Diritti

El pasado resiste. Y Hidden away (tal el título internacional de la italiana Volevo nascondermi) es el claro ejemplo de lo que solía ser al menos la mitad de la selección oficial de la Berlinale. En el marco de calamidades del más diverso tenor, en donde importaba más la pretendida importancia del tema que la empatía con lo narrado o el real humanismo, este agotador acercamiento a la vida del artista Antonio Ligabue no hubiera desentonado. 

Abandonado por su madre, maltratado y discriminado desde niño por la sociedad, las evidentes y subrayadas "capacidades especiales" de Ligabue conviven con su talento para la pintura y escultura. Cómo es el proceso creativo, cuáles sus verdaderos sentimientos, poco importa. Lo que importa es, una y otra vez, poner el acento en sus “particularidades”, al punto que el reconocimiento de su obra, según la película, pareciera deberse más a la excentricidad o el esnobismo de algunos críticos que a algún mérito propio. En fin, que muy poco hay de empatía o cariño hacia el personaje o su obra. Sí un pormenorizado y eterno detalle en los tics, defectos y ataques que habría sufrido el el artista, sobreactuados con mucho (demasiado) énfasis por Elio Germano.

El resto, ya se sabe: música que subraya, cuidada reconstrucción de época e imágenes que podrían llevar a la platea a exclamar “qué-bonito-lo’-paisaje’”. En fin eso que el qualité nos quiso hacer creer que era el cine-arte.

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