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Crítica de "La chica salvaje", con Daisy Edgar-Jones, Taylor John Smith y Harris Dickinson

"La chica salvaje" es una transposición del best seller de Delia Owens, realizado por la productora “Hello Sunshine” de Reese Witherspoon.

viernes 09 de febrero de 2024

La chica salvaje (Where the Crawdads Sing, 2022) cuyo título original significa “donde cantan las langostas” es una transposición de la exitosa novela homónima de Delia Owens publicada en 2018.  La película narra la historia de la joven Catherine Clark, conocida como Kya, (interpretada por Daisy Edgar-Jones, actriz que cobró popularidad principalmente por la serie televisiva Normal People), quien se crio prácticamente sola en una casa humilde en medio de la naturaleza. Por dicha razón, siempre fue vista por la prejuiciosa gente del centro de forma peyorativa y llamada despectivamente Marsh girl (“la chica del pantano”). En consecuencia, tras la policía local investigar la dudosa muerte de un popular joven de la ciudad Chase Andrews (Harris Dickinson) cerca de la marisma donde vive Kya, la acusan de homicidio, pues al parecer hay un secreto entre ambos.

A partir de allí, el relato anacrónico alterna entre el proceso penal que debe enfrentar Kya, con su crecimiento desde 1953 hasta 1969, el punto cero temporal. De este modo, el largometraje mediante la combinación de características de distintos géneros cinematográficos como el misterio, el suspenso, el drama, el trial movie y el romance y una excelente dosificación de la información, logra mantener intrigado al público. Respecto a la novela, el filme parece ser bastante fiel a la misma, modificando principalmente su estructura. Mientras el texto literario se divide en dos partes sucesivas, una correspondiente a los años ´50 y la niñez de la protagonista, la segunda parte refiere a lo ocurrido en los ´60. Es decir, que la obra cinematográfica realiza narrativamente vaivenes temporales entre ambas líneas temporales.  

La chica salvaje es una propuesta muy interesante, no solo porque formalmente se va construyendo como un rompecabezas, sino también porque plantea varias cuestiones sociales interesantes desde una sentida perspectiva de género, en términos feministas. La obra representa una contundente crítica a las instituciones familiares, el sistema educativo y ese microcosmos social. Cuando de niña Kya intenta integrarse a esa comunidad, es expulsada por la misma constantemente. Tan solo cuenta con la ayuda de una pareja de afroamericanos, un abogado y su primer amor Tate Walker (Taylor John Smith). Siempre es mirada por el resto de forma discriminatoria, un ejemplo de ello es cuando la policía local registra su cabaña, al observar los elementos de la naturaleza que conserva es calificada como “científica o bruja”, lo cual esboza sintéticamente la juzgante mirada patriarcal que históricamente define dualmente a las mujeres en opuestos. Sin embargo, el audaz temperamento de la joven no se quebranta fácil, tal como ella expresa sobre esa sociedad mediocre: “no me juzgan a mí, se juzgan a ellos mismos”

En consecuencia, el aspecto más positivo de esta conmovedora y emotiva película reside en cómo es representada la resiliencia de la protagonista. Kya, a pesar de su infancia difícil debido a la violencia intrafamiliar provocada por su padre alcohólico, y al posterior abandono de su madre y sus hermanos, es una mujer capaz de empoderarse por sí misma, en su humilde casa, ganando su propio dinero, quien gracias a su talento para dibujar y observar la naturaleza logra publicar su libro sobre etología. Y aquí es donde hacen sentido las palabras pronunciadas por Virginia Woolf (en tiempos en que el acceso femenino a la educación universitaria todavía era complicado): “una mujer debe tener dinero y un cuarto propio si va a escribir ficción…”. Por ende, vinculando dicha cita al filme se podría decir una mujer debe tener dinero y un cuarto propio para sobrevivir. El eje principal que atraviesa todo el relato es que “cada criatura hace lo que debe para sobrevivir”, algo que Kya aprendió observando las luciérnagas hembras en la marisma. Es decir, que la lógica que mueve la acción de la protagonista es lo que Darwin calificó como la supervivencia del más apto. Pero esa supervivencia en Kya no es despiada, es por necesidad, porque comprende que vivir aislada por elección es una cosa, pero que vivir con miedo es insoportable. Es por ello que recién en la adultez y atravesando una situación similar, la joven entiende porqué su madre ha tenido que irse. 

En conclusión, a pesar de su predecible vuelta de tuerca sobre el desenlace -al menos para el espectador entrenado- y de un detalle que desencaja del aspecto etario de la esposa del difunto, La chica salvaje es una película que vale la pena puesto que invita a la reflexión al representar vínculos tóxicos. La narración no juzga a Kya, la comprende, ella es la única que permanece a diferencia de sus hermanos, porque la conexión que posee con la naturaleza es tan especial que no puede irse. Por ende, no es casual la elección del nombre Kya que en el idioma luganda significa "pertenecer", recordemos que la autora del texto literario es zoóloga y vivió en África. Lo valioso de esta historia reside en que al igual que una mariposa Kya se transforma, logrando realizarse como persona gracias a su peculiar mirada del mundo. De allí la importancia de su título original Where the Crawdads Sing, que refiere a lo lejos, allí donde las criaturas son salvajes, donde aun se comportan como tales. 

7.0
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