Crítica de "Las intemperies", Alfonso Tort entre la culpa y el perdón

Diego y Lorenzo son hermanos. El primero decidió aislarse del mundo, viviendo como un ermitaño, tras la muerte accidental de su hija, y desde entonces nadie tuvo noticias de él. Lorenzo cree haberlo reconocido en una fotografía periodística mientras leía una nota que lo sitúa en Ushuaia, el mismo lugar donde por un descuido de él murió atropellada la niña. Lorenzo se propone encontrarlo y comienza un peregrinaje por el árido y seco paisaje. Pero, ¿en realidad busca a su hermano o su perdón?

Protagonizada por Alfonso Tort (El Reino), Las intemperies pretende ser un policial aunque en realidad narra el derrotero de un hombre en busca de la redención. La culpa y el perdón son los dos elementos que movilizan a los personajes de una historia seca y fría, por momentos demasiado áspera, y en donde a los personajes secundarios les cuesta transmitir una verdad que suena impostada, sobreactuada, como el paisaje circundante, que funciona casi como un protagonista más, pero no en función a una necesidad narrativa sino como un relleno para tapar baches y falencias.

A lo largo de los pocos más de 77 minutos de metraje que dura la historia, el espectador va asistiendo a la metamorfosis de un hombre atormentado por lo no hablado, por el silencio que rodeó la tragedia y lo que ella desató. Mientras en paralelo es acorralado por una ola de sospechas y desconfianzas que su sola presencia genera entre los pobladores. El problema al que se enfrentan los directores es el de lograr que los espectadores acompañen ese proceso, sean parte de él y del misterio que lo rodea. Algo que nunca sucede.