Crítica de "La noche más larga", el thriller de suspenso y acción con Alberto Ammann del que todos hablan

Creada por el binomio integrado por Víctor Sierra y Xosé Morais (Néboa) y con dirección de Óscar Pedraza, La noche más larga sucede entre el 24 de diciembre y la madrugada del 25 en el interior de la prisión psiquiátrica Monte Baruca. Un grupo de hombres armados intenta tomar el complejo carcelario para secuestrar a uno de los internos, Simón Lago (Luis Callejo), un psicópata y asesino serial que es llevado en secreto al lugar. El director del centro, interpretado por el hispano-argentino Alberto Ammann (Tesis sobre un homicidio), con la ayuda de funcionarios e internos, busca resistir al brutal ataque.

La noche más larga es una combinación de thriller, suspense y acción de alto voltaje, del sugénero de fugas carcelarias, y donde todo funciona a la perfección como el mecanismo de un reloj suizo. Cada uno de los episodios, que van de menos a más, no sólo le van revelando información a cuentagotas al espectador, sino también a cada uno de los involucrados. La misión, de unos y otros, es la de construir un rompecabezas que será decisivo para entender el por qué de cada una de las decisiones que se toman, por más que a priori parezcan ser irracionales.

A medida que la trama avanza serán necesarias las alianzas entre todos los bandos si lo que se quiere es salir con vida y es ahí donde La noche más larga se toma su tiempo para analizar el perfil psicológico de cada uno de los personajes. No se conforma en construir héroes y villanos, sino que ofrece matices. Ni los malos ni los buenos son lo que parecen. Aunque parezca contradictorio la mayor virtud del guion es la de apostar por una complejización narrativa en donde es más lo que nadie sabe que aquello que se dice o muestra. Con una premisa en apariencia simplista, la trama se convierte en una mirada a la supervivencia humana y su moralidad.

La noche más larga, en su primera temporada, no cierra ninguna historia, no hay un final abierto, sino que directamente no hay un final, abriendo aún más el obscuro abanico que relaciona a todos los personajes entre sí, por más que entre ellos ni siquiera se conozcan. Algo que hace suponer que más que una primera temporada es una primera parte. Si uno espera que en el último episodio se revelen algunos datos que aclaren los acontecimientos terminará desilusionado. Deberá esperar hasta dentro de un tiempo para saber cómo continúa una historia claustrofóbica, obscura, donde nada ni nadie es lo que parece, pero que gracias a las decisiones correctas logra mantener un ritmo frenético hasta su última escena.