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Crítica de “La cabeza de la araña”, thriller psicológico con Chris Hemsworth y Miles Teller

Joseph Kosinski (“Top Gun: Maverick”) dirige este fallido film en el que un representante de una farmacéutica experimenta drogas con reclusos en una moderna prisión.

sábado 18 de junio de 2022

Chris Hemsworth (Thor) interpreta a Steve, un moderno empresario a imagen y semejanza de Steve Jobs, un genio de dudosa sensibilidad social. El tipo es puro carisma y dirige una moderna prisión ubicada en una isla, a donde trasladaron a presidiarios que aceptaron someterse a tratamientos experimentales con drogas.

Allí los convictos no están encadenados y gozan de cierta libertad e incluso complicidad con Steve y su ayudante Mark (Mark Paguio). Como contraparte son sometidos a drogas que alteran sus emociones. El protagonista es Jeff (Miles Teller, Whiplash, The Offer), un recluso por homicidio involuntario al cual se lo manipula al extremo con el curioso tratamiento.

La cabeza de la araña (Spiderhead, 2022) falla en el tono y registro en un primer lugar. El espacio es representado como un hotel cinco estrellas con hits sonando por doquier sin esconder desde la puesta en escena, nada misterioso. Primer problema para un guion que no se decide entre esbozar una leve crítica a las farmacéuticas o mostrar el lado perverso del peculiar empresario quien, en nombre de la ciencia y la salud, cuasi tortura a los reclusos.

De ahí surge el otro inconveniente del film, el empresario carismático que abusa de su poder de modo oscuro. Chris Hemsworth pone toda la garra a su composición (incluso produce la película) pero no le alcanza para convertirse en un personaje siniestro. Su transformación funciona más como una expresión de bronca -al estilo Thor- que como un personaje esquizofrénico. Quizás otro actor más dúctil hubiera logrado una mejor performance.

Quien hace sobrevivir la curiosa trama es Miles Teller quien atraviesa un gran momento. Lo vemos seguido sea en cine, series o película para plataforma como en este caso y siempre resulta creíble en sus papeles. Si la película se “sostiene” de un delgado hilo es gracias a él. 

Pero sobre el final la parábola sobre los abusos del poder y la manipulación empresarial se diluye con situaciones trilladas de buenos versus villanos olvidando la crítica social insinuada al comienzo. Cómo si algún genio creativo hubiera dicho “le falta más acción” a una historia que no la necesitaba.

4.0
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