Crítica de "La familia perfecta", comedia feminista de Arantxa Echevarría con Belén Rueda

La trama se centra en Lucía (una eficaz y camaleónica Belén Rueda), casada con un científico, y un hijo varón. Lucia, que hasta ese momento estaba autoconvencida de tener una vida envidiable, sufre un giro en su vida cuando su hijo le presenta a la que será su futura esposa: Sara (Carolina Yuste), una joven, personal trainner, con una familia radicalmente opuesta a lo que ella considera como perfecta. Una vida de lujos, spa y té con amigas, pero... vacía por dentro. Una vida donde la perfección no es sinónimo de felicidad.

La directora del drama LGBTQI+ Carmen y Lola, sobre dos adolescentes gitanas enamoradas entre sí, cambia totalmente de registro, arriesga con otro género y un enfoque social diferente, para ofrecer una comedia familiar, de enredos, en apariencia trivial, que se posiciona en el choque de clases, y donde todo el peso está puesto sobre el elenco protagónico. Un elenco donde, además de Belén Rueda, se destacan Carolina Yuste, José Coronado, Gonzalo de Castro, Lalo Tenorio, Gonzalo Ramos, Jesús Vidal, Pepa Aniorte, Pepe Ocio y María Hervás.

Una propuesta básica que se transforma en un relato feminista de resiliencia, empoderamiento y deconstrucción gracias a la eficaz mano de Echeverría para romper con los prejuicios y los moldes apelando a dispositivo escénico que se corre de las convenciones del género, y al eficaz guion de Olatz Arroyo, donde lo extremo está naturalizado y los giros narrativos no forzados logran que el ritmo no decaiga y vaya en crescendo.

La familia perfecta (2021) es una película liviana, con un mensaje obvio que busca generar conciencia de clase, pero donde más allá de los cánones del género, lo previsible de su desenlace, y los lugares comunes a los que recurre en algunas ocasiones, muestra el talento de una directora que no le gusta quedarse en su zona de confort y arriesga, sin traicionarse, cuando todo indicaba que su carrera iba hacia otra dirección.