Crítica de "Retratos del futuro", un híbrido pandémico de Virna Molina

Retratos del futuro (2021), que tuvo su estreno en el International Documentary Film Amsterdam (IDFA), uno de los festivales más prestigiosos del mundo que nuclea al cine documental, nace de otra película: un proyecto que la cineasta estaba rodando cuando se desató la crisis sanitaria que paralizó al mundo. La película inconclusa giraba en torno a la lucha por la igualdad de derechos entre las trabajadoras del subte porteño. Lo que no pudo ser en vez de morir en un cajón se convirtió en otra película. Un ejercicio cinematográfico sobre el devenir de un mundo post apocalíptico.

Molina se nutre de imágenes del pasado y el presente para construir un hipnótico documental de montaje, narrado en primera persona, sobre el impacto provocado por la pandemia. A lo largo de 90 minutos entrecruza formatos, imágenes fijas y en movimiento, sonidos, historias, vivencias personales, otras colectivas, géneros, realidad y ficción, para dar origen a un híbrido que propone reflexionar sobre la nueva normalidad en la que se halla inmerso el mundo.

Retratos del futuro, un collage visual y sonoro, que se compone tanto del archivo personal de la realizadora de Sinfonía para Ana (2017) como de todo aquello que circula a través de Internet, atraviesa diferentes estados y sensaciones, pero también periodos históricos y luchas sociales masivas que son cruzadas con ciudades desérticas por el confinamiento para conjugar lo público con lo privado, lo personal con lo colectivo, lo político con lo ideológico, la vida con la muerte y un pasado utópico con un futuro distópico.