BAFICI - Competencia Internacional - 9 Puntos

Crítica de "Carrero", de Fiona Lena Brown y Germán Basso, la película platense de la que todos hablan

La ópera prima de la tucumana Fiona Lena Brown y el platense Germán Basso fue sin duda la revelación del último BAFICI donde, a pesar de ser elogiada por la crítica, solo consiguió en el palmarés oficial el premio Estímulo al Cine Argentino dentro de la Competencia Internacional.

sábado 30 de abril de 2022

Si bien Carrero (2022) no es una película que en su forma y narrativa difiera a otras ya vistas, sí se destaca por conjugar lo mejor de todas y lograr una obra compacta que lejos de banalizar la marginalidad la retrata con absoluta verdad y mucha inteligencia.

Carrero cuenta la historia de Ale, un adolescente de 17 años, habitante de un barrio marginal de la periferia platense que vive con su madre, va al colegio y trabaja en un minipermercado. Tras una discusión con la dueña, que termina en un despido anunciado, Ale conoce al Rengo, un carrero que junta lo que para otros es basura. Ale comienza a trabajar con el Rengo mientras poco a poco su vida experimenta una especie de descenso a los infiernos, aunque para él sea alcanzar el cielo.

No hay nada nuevo en la historia de Carrero, algo ya visto desde el Neorrealismo italiano pasando por el Favio de Crónica de un niño solo (1965), Pizza, Birra y Faso (1998) de Stagnaro y Caetano, el cine de Campusano o la reciente Las Mil y una (2020) de Clarisa Navas, pero si hay algo en la forma de abordarla que la vuelve diferente. El binomio de directores filma no actores que actúan y derraman verdad en cada palabra, cada gesto, cada silencio. El trabajo de cada uno de los integrantes de este elenco de vecinos y vecinas del lugar, todos no profesionales, es sin duda lo mejor de una película que pese contar una historia marginal apela a una estructura narrativa clásica, alejándose de la suciedad a la que muchas veces se recurre para registrar una verdad que suena más a una pose ideológica impostada sobre un cine social con culpa de clase que a la realidad o a una necesidad estética.

Desde lo visual Carrero juega con una puesta en escena donde se pone especial énfasis al color y la fotografía -lejos de la espesura grisácea de la historia en sí misma-, al registro del barrio (y la periferia) como un laberinto sin salida, y a la introducción de cierto tono fantástico para abordar el futuro y los sueños.

Para contar la marginalidad no se necesita hacer una película marginal, carente de ideas y desprolija. Pero tampoco se necesita estilizarla y convertir en belleza lo que no es. Brown y Basso tienen en claro ambas cosas y por eso Carrero es una gran película, equilibrada, contenida, realista pero por sobre todo alejada de los miserabilismos y regodeos a los que recurre cierto tipo de cine latinoamericano más preocupado por los Festivales europeos que por como contar las historias de su gente.

9.0
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