Crítica de “Muerte en el Nilo”, Kenneth Branagh tras los pasos de Agatha Christie

Kenneth Branagh supo construir su fuerza como director, ya no como actor, apoyándose en la frondosa producción literaria inglesa, recogiendo el guante de autores imprescindibles como William Shakespeare, Mary Shelley, o, como en este caso, de la gran Agatha Christie. 

Si en Asesinato en el expreso de oriente (Murder on the Orient Express, 2017), se encargó de traer al siglo XXI un subgénero que supo hacer de la delicia de los espectadores, el policial de intriga, conocido mundialmente como “whodunit”, en esta oportunidad, rodéandose de grandes figuras como Gal Gadot, Annette Bening, Armie Hammer, y Russel Brand, por solo nombrar algunos intérpretes, le da el clima “old style movie”, necesario para avanzar en la trama.

Glamour, lujos, y una muerte, dispararán los alertas de los pasajeros de un lujoso crucero por las peligrosas aguas del Río Nilo, pero, principal Hércules Poirot (Branagh), que, al ser contratado por una bella dama de la alta sociedad, que vislumbra sus próximo asesinato, se pondrá manos a la obra para atender cualquier sombra que amenace la pacífica luna de miel que ella y su reciente marido, esperan. Pero cuando finalmente la muerte golpea las puertas de los camarotes de la embarcación, Poirot deberá resolver, en pocas horas, quién y por qué decidió, de una manera tan sorpresiva y siniestra, terminar con la vida de alguno de los pasajeros del barco.

Así, Muerte en el Nilo, se valdrá de la recuperación de herramientas y mecanismos del género (que tiene mucho de vodevil en aquello de seguir rastros, puertas que se abren y se cierran, pistas que elucubran posibles direcciones hacia la resolución del caso), pero que, en definitiva, plantean un ejercicio lúdico y placentero para el espectador.

Branagh toma el potente guion de Michael Green y se pone tras el espectador, acompañándolo en la difícil tarea de seguir las pistas que en cada escena se van dejando y, a la par de la dinámica que de por sí plantea la película respetando el policial de intriga y misterio, se aggiornan a la época cuestiones que tienen que ver con los deseos y las pasiones. Como ese amor imposible que se entreteje en sombras, entre un acomodado joven de la alta sociedad y una mujer de color, la escandalosa libertad de una cantante virtuosa de la vieja escuela, el despecho de una joven prometida abandonada a punto de ir al altar, y las ganas de amar como sea, sin importar géneros ni edades, de dos compañeras de larga data.

Muerte en el Nilo se moderniza, y aún respetando al pie de la letra los lineamientos que Christie puso en la pieza original, capaz de matar horas de ocio de cualquier ávido lector, propone recuperar una manera virtuosa de contar una vez más un cuento ya conocido, y que gracias al oficio y talento del grupo de intérpretes, vuelve a elevar la propuesta, entreteniendo y queriendo conocer más de las aventuras que Poirot seguirá, seguramente, teniendo por delante.