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Crítica de "Proyecto fantasma", una comedia fantástica sobre millennials de Roberto Doveris

Un retrato de la generación millennial, con toques fantásticos, en una comedia inteligente que escapa de los cánones actuales del género pero no de las apps, los youtubers y las multipantallas.

jueves 18 de mayo de 2023

La segunda película del realizador chileno Roberto Doveris (Las plantas, 2015) sigue el camino trazado en su premiada ópera prima. No solo se repiten actores y tópicos, sino también rasgos autorales a través de un estilo narrativo y de puesta en escena personal y rupturista. El espacio (el departamento, el barrio) vuelve a cumplir un rol fundamental dentro de la historia, como también algunos elementos significativos, entre ellos las plantas, la música y la exploración sexual del personaje.

Si algo no puede decirse de Proyecto fantasma (2022), estrenada en la competencia oficial del Festival de Rotterdam pasado, es de carecer originalidad. Pablo (Juan Cano) es un joven gay, actor con aspiraciones cinematográficas, que para ganarse la vida trabaja como ayudante en la Facultad de Medicina. Los estudiantes practican con él la relación paciente-médico frente a una supuesta consulta. Mientras en su vida privada sufre el abandono de su pareja, con la que compartía departamento, y que lo deja con una acumulación de deudas que debe hacerse cargo, un perro para criar y un fantasma que no puede echar y lo hace atravesar por diversos estados metafísicos ¿?

Proyecto fantasma es muchas cosas a la vez, y si bien todo podría haberse convertido en un caos, paradójicamente funciona gracias al buen pulso de un realizador que no solo no pierde la brújula, sino que tiene bien claro cuál es el camino para no desbarrancar y caerse en un precipicio. Proyecto fantasma es una película indie, una comedia de enredos, una historia de fantasía. Un híbrido. Una obra inclasificable plagada de ironía y un humor elegante muchas veces ausente en un género que recurre a la obviedad. Doveris evita en todo momento subestimar al espectador con lo obvio, el gag, no lo manipula, y en cambio lo sorprende con giros narrativos y vueltas de tuerca tan singulares como impredecibles. El humor no es algo impuesto a la fuerza para hacer reir. Es sutil, sugerente, por momentos podría decirse que exquisito y refinado. Arriesga en el tono y gana en el resultado final.

Filmada en pandemia, en el propio departamento del cineasta, y con amigos, Proyecto fantasma demuestra que frente a la adversidad y lo impredecible si hay talento, ideas claras y un rumbo definido no hay virus que pueda acabar con la creatividad artística, la originalidad, ni las ganas de hacer un cine diferente. Inteligente y audaz.

 

8.0
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