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Crítica de "Mediterráneo", la crisis de los refugiados en la costa europea con un colosal Eduard Fernández
Marcel Barrena ("100 metros", 2016) reconstruye ficcionalmente la fundación de la ONG catalana Open Arms, creada por Òscar Camps y dedicada al salvataje de refugiados en el Mediterráneo.
El punto de partida de Mediterráneo (2021), película que tuvo su estreno en la competencia oficial del Festival de Cine de San Sebastián, es una imagen real tomada por la fotógrafa Nilüfer Demir: la foto de Alan Kurdi, el niño sirio de origen kurdo que fue encontrado muerto en una playa cerca de Bodrum (Turquía) en 2015. Una imagen que dio la vuelta al mundo y se convirtió rápidamente en símbolo de la crisis migratoria y los refugiados que huían de la guerra hacia Europa. Pero la intención del realizador no es la de trabajar sobre la fotografía, sino sobre lo que ella provocó. Por eso centra la historia en aquellas razones que llevaron a un grupo de socorristas de Badalona a rescatar inmigrantes de las aguas del Mediterráneo.
La trama se desarrolla en 2015, cuando a partir de la publicación de la foto, Camps, interpretado por un colosal Eduard Fernández, dueño de una empresa que ofrece servicios de rescate en altamar, se moviliza, junto a Gerard (Dani Rovira), asistente y mano derecha, a la isla griega de Lesbos, a pocos kilómetros de la costa turca, donde cada día llegan miles de migrantes, a cualquier hora, para dirigirse a Mória, el centro de refugiados más grande de Europa (se incendió en septiembre de 2020). Òscar y Gerard descubren una realidad que los supera frente a la pasividad de las autoridades, la falta de empatía de la población y la especulación de quienes lucran con la desgracia ajena.
Con un tono que entrecruza el drama y la ficción documental, Barrena, que podría haber caído en el más puro melodrama, frente a la cantidad de tópicos que abarca, y especular con un sensacionalismo explicito, deja que las imágenes hablen por sí solas, con un carácter observacional, y logra un mayor desarrollo de los personajes abriendo un abanico de subtramas que los humanizan por sobre el heroísmo de sus acciones. Mostrarlos con sus defectos y virtudes es el mayor logro de una obra que evita todo el tiempo regodearse en la pornografía emocional.
