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Crítica de “Granizo”, la comedia catástrofe con Guillermo Francella

Después de estrenar con Adrián Suar “Corazón loco” y “Los protectores”, Marcos Carnevale dirige esta despareja producción sobre un meteorólogo de TV que no puede predecir el granizo.

martes 29 de marzo de 2022

El típico personaje de Guillermo Francella en la pantalla es aquí llevado a un extremo ideal para sus seguidores y fatal para sus detractores. Es que el actor hace una comedia costumbrista clásica, de manual, con uso y abuso de todas sus muecas características. Humor en los primeros minutos para luego pasar al melodrama familiar. De la risa al llanto al estilo Sandrini.

Francella interpreta a Miguel Flores, un famoso meteorólogo de televisión que forma parte de un circo mediático que iguala al periodista Antonio Laje con el panelista Marcelo Polino. Apodado ‘el infalible’ por jamás errar un pronóstico, obtiene su propio programa sobre el clima pero, en la cima del éxito, la pifia con el granizo y se gana el odio de los porteños. Huye a Cordoba donde vive su hija con quien no tiene relación hace rato y comienza su lacrimógena redención. Pero al final aparece la Fe de la mano de una especie de chamán/oráculo que anticipa el clima/destino con mayor certeza que los gráficos y estadísticas.

El clásico cuento del tipo que debe alejarse de la fama y reencontrarse con su familia camina por sendas conocidas hasta que, sobre el final, aparece el “momento Emmerich”, una secuencia de cine catástrofe que rompe con el tono y registro construido hasta entonces. La producción de Kuarzo Entertainment y Leyenda Films copia el modelo del director de El día después de mañana (The Day After Tomorrow, 2004) con la hecatombe desatándose en el microcentro porteño. El efecto es el mismo que produce el film hasta ese momento, risa y drama aunque esta vez, de manera involuntaria.

El guion (escrito por Nicolás Giacobone y Fernando Balmayor) toma la disputa entre ciencia y azar para hablar de lo imprevisible de la vida. En este sentido el personaje de Francella es una especie de mensajero con la verdad como bandera. Sin embargo, su misión social muta ante una oportunidad personal, cuando saca rédito del caos producido por el temporal. La imagen del protagonista sonriendo mientras el Apocalipsis se desata en la Ciudad de Buenos Aires lo dice todo.

Esta ráfaga de cine catástrofe visualmente atractiva, saca del letargo a una propuesta plagada de estereotipos. Los efectos especiales se imponen a la coherencia narrativa (hay que reconocer que resulta divertido ver desmoronarse el centro porteño), en una película despareja que camina por la delgada línea entre el cine catástrofe y la catástrofe cinematográfica.

4.0
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