El cine hasta sus últimas consecuencias

Tres libros para celebrar el centenario de Pier Paolo Pasolini

No hay una sola manera para clasificar el cine de Pier Paolo Pasolini y, menos aún, la hay para etiquetar la atribulada vida de este polifacético artista italiano, que se formó en las letras y que en la postguerra destacó como poeta, ensayista, novelista y periodista desde antes de incursionar en la dirección cinematográfica.

Tres libros para celebrar el centenario de Pier Paolo Pasolini
domingo 29 de enero de 2023

Sobre este oficio, hay dos características fundamentales para aproximarse a su filmografía: el sarcasmo y la subversión, compuestos que se entreveran en los miles de pies de película que llegó a rodar en los escasos 14 años de su trayectoria.

Su personalidad está siempre presente en todo su cine. Pasolini fue un hombre de mucho carácter, acostumbrado al debate y a las posiciones de contracorriente, algo atribuible a su condición de homosexual y de gran pensador interesado en lo marginal y lo oculto. En ese sentido, su cine siempre es mordaz, incómodo pero igualmente poseedor de sensibilidad e inteligencia, elementos que provienen de su vena poética.

Nacido el 5 de marzo en 1922 en Bolonia, Pasolini fue un poeta precoz cuyas aptitudes fueron vistas tempranamente. A los 19 años publicó su primer poemario, Poesie a Casarsa y, en lo sucesivo, su biblografía se amplió con obras de distintos géneros con los que ganó reputación como escritor polémico. En 1954 debutó como argumentista, actividad que le permitió colaborar con varios directores importantes, como Federico Fellini, Mario Soldati y Mauro Bolognini.

Con Accatone (1961) se probó como realizador, basado en una novela suya sobre los bajos fondos romanos. Quizás su primera película importante fue El evangelio según San Mateo (Il vangelo secondo Matteo, 1964) en la que mostró su personal visión acerca de la enseñanza de Cristo, con una mezcla de espíritu profano y voluntad marxista.  En un periodo de consolidación de su estilo, Pasolini realizó de modo alternado cintas sobre motivos contemporáneos —la política, la revolución sexual, el ateísmo— y adaptaciones de obras clásicas griegas: en el primero de los casos, la comedia Pajarotes y pajaritos (Uccellacci e uccellini, 1966), y los dramas Teorema (1968) y "Pocilga" (Porcile, 1969); y, sobre lo segundo, Edipo rey  (Edipo Re, 1967) y Medea (1970), de Soflocles y Eurípides, respectivamente.

Un conjunto de su filmografía destacado es la Trilogía de la vida, en la que están comprendidas adaptaciones de obras también clásicas, El Decameron (Il Decameron, 1971) sobre la obra de Giovanni Bocaccio; Los cuentos de Canterbury (I raconti di Canterbury, 1972), de Geofrey Chaucer, y Las mil y una noches (Il fiore delle mille e una notte, 1974), inspirado en los cuentos del famoso libro árabe. En estas películas prevalece una forma visual y narrativa bien acabada y un tono desenfadado que permite acercarse a temas como el sexo de manera antisolemene e incluso alegre, alcanzando notas ambiguas para la moral de la época, lo que lo costó ser acusado de pornógrafo.

Un giro radical significó Saló o los 120 días de Sodoma (Saló o le centoventi giornate di Sodoma, 1975), su obra maestra que a la postre también se convirtió en su obra póstuma, pues poco tiempo después de haberla finalizado fue asesinado en situaciones oscuras en la playa de Ostia, el 2 de noviembre de 1975. Mucho se ha especulado sobre su muerte y la relación con esta película, que resulta un amargo quejido donde refleja la decadencia y el fastidio del ser humano, a través de una anécdota que se ubica durante los últimos días del fascismo en Italia y que se teje a partir de las teorías del Marqués de Sade.

El cine de Pasolini no se puede clasificar de una sola manera porque, felizmente, tiene múltiples lecturas posibles, tantas como las paradojas, las dudas o el placer que siembra en la imaginación de quien lo descubre, lo conoce y no sabe cómo etiquetarlo.

Como parte de la conmemoración del centenario del nacimiento del notable realizador, la editorial El Cuenco de Plata editó el libro Pasolini por Pasolini, con prólogo de Bernardo Bertolucci, que reúne una recopilación de entrevistas y textos en los que Pasolini reflexiona sobre el cine y la vida, junto a Confesiones técnicas, con una selección de escritos sobre cine traducidos y editados por Guillermo Piro. Mientras que Interzona presenta Porno-Teo-Kolossal, también con traducción de Piro.

Porno-Teo-Kolossal es el guion en prosa, dictado a una grabadora de una película en la que el realizador trabajó durante más de diez años pero que nunca pudo concretar. La superproducción teológica-pornográfica sería el corolario de su carrera antes de dedicarse en exclusivo a la escritura.

Partiendo de la historia de la Anunciación y los Reyes Magos, la historia se centra en Epifanio, un rey napolitano que emprende su camino seguido de un fiel servidor, Nunzio, en la búsqueda de la estrella que señala el lugar donde deberá rendir homenaje al Mesías recién nacido. Como un símbolo de esperanza, los caprichos del cometa lo conducirán por ciudades utópicas y salvajes, tan fantásticas como reconocibles. Sodoma, habitada en su mayoría por gays; Gomorra, donde gobierna la heterosexualidad; Numancia, reflejo de occidente; y por último Ur, que representa a Oriente.

Porno-Teo-Kolossal es la continuación de Saló o Los 120 días de Sodoma (1975) y el segundo episodio de la Trilogía de la Muerte. Películas que le sirven a Pasolini para construir una crítica hacia la sociedad de consumo y la decadencia cultural europea, en contraposición a la Trilogía de la vida (El DecamerónLos cuentos de Canterbury y Las mil y una noches).

La edición de Interzona incluye El cine, la versión de esta historia escrita por Pasolini en 1973 que se publicó recién en 2006, junto con dos cartas que el autor les envió a Giulia Maria Crespi, la dueña del diario italiano Corriere della Sera, y al actor que había elegido para protagonizar el film, Eduardo De Filippo. El conjunto de los cuatro textos permite entrever no solo la maduración de una idea a través del tiempo y los procesos creativos, sino también el peso de una historia que combina, sin ambages y de manera original, la teología con lo pornográfico.

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