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Crítica de "A través de mi ventana", desnudos y abdominales marcados para justificar la violencia y las relaciones tóxicas

La película, basada en la exitosa trilogía literaria, resulta inadmisible en su justificación de la violencia y la toxicidad dentro de una relación de pareja adolescente a lo "Romeo y Julieta".

jueves 22 de junio de 2023

La Trilogía de los Hermanos Hidalgo, de la venezolana Ariana Godoy, que explota todos los clisés del género new adult, se convirtió en un éxito primero en la plataforma Wattpad y luego en el formato papel cuando Penguin Random House adquirió sus derechos para editarla. La trilogía sigue una estrategia similar a Los Bridgerton: centrar cada libro en un integrante diferente de una familia. Ahora Netflix convierte en una película el primero de ellos, A través de mi ventana, dirigida por el español Marçal Forés.

La trama, una sucesión de lugares comunes para construir una historia de amor y odio, se centra en Raquel (Clara Galle), una adolescente de clase media que vive en Barcelona mientras cursa su último año del colegio secundario. La joven tiene un gran interés por Ares (Julio Peña), hijo de una acaudalada familia que vive en una mansión lindera a su modesta casa. Ares tiene dos hermanos varones más y todos fueron llamados con los nombres de distintos dioses griegos, sin demasiado conocimiento sobre los mismos, porque, aunque los dos hermanos mayores llevan el nombre de Apolo y Ares, el tercero lleva el de Artemis, que realmente era la diosa de la caza.

Por años, Raquel recabó, de manera enfermiza y obsesiva, toda información sobre Ares. Lo observa sistemáticamente a través de su ventana, pero no puede iniciar una conversación con él. Todo cambia cuando ella descubre que él le robó la clave de su wifi y entró al disco duro de su computadora. Ambos jóvenes comienzan a interactuar para terminar desarrollando una relación tan tóxica como nociva.

A priori en A través de mi ventana (2022) nada es demasiado complejo, más bien todo resulta esquemático. Hay cierta pereza en su realización técnica, donde todo funciona en base al vértigo de un soundtrack de canciones pop, pero que nada le aportan a un entramado narrativo por demás de chato, vacío y banal, carente de sutileza y ambigüedad. Todos los clichés de sus homónimas estadounidenses son recreados punto por punto sin importar nada.

Aunque, para ser justos, el verdadero problema al que se enfrenta una película barata, que no pretende (y promete) nada más que pasatismo (o patetismo) al mostrar los cuerpos marcados de sus dos protagonistas que se las ingenian para salir desnudos cada vez que el guion se los permite (o no), radica en la justificación y glorificación desmedida de una serie de comportamientos violentos y nocivos dentro de una relación amorosa tóxica que son abordados con una "normalidad" inadmisible para estos tiempos y para colmo de males revindicados en su edulcorado final “new romantic”.

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