Crítica de “Apex”, el juego de la supervivencia de Bruce Willis

“Solía ser fantástico, pero ya está muy viejo” se menciona sobre (el personaje de) Bruce Willis en Apex (2021), la última película del actor. Al comienzo, cuando todo es potencial, hay varios guiños divertidos que anuncian al menos un entretenido revival, pero rápidamente es dilapidado por un desarrollo paupérrimo del resto del film.

Bruce Willis es Thomas Malone, un ex policía y reo de máxima seguridad al que se le promete la libertad -que implica ver a sus nietos- si sobrevive a la cacería organizada por la empresa Apex. Un grupo de 5 ricachones son los cazadores que tratarán de matarlo.

Cuando preguntan por el prontuario del recluso a “cazar”, se hace un resumen de las tramas de las películas más famosas del actor “no lo pudieron matar en un edificio, ni en un aeropuerto, fue el único sobreviviente de un accidente de tren…” en un guiño simpático que promete pequeñas pero efectivas dosis de humor autorreferencial.

Sin embargo, una vez lanzada a la acción, Apex muestra su peor (verdadera) cara, no tiene presupuesto ni imaginación para filmar las escenas de despliegue físico. Casi no tenemos enfrentamientos entre Bruce y sus cazadores y los “combates” se resuelven de forma torpe y mal filmadas que denotan la clase z de la producción.

La película se sitúa en un futuro tecnológico. No porque tenga que ver con la premisa, similar a la de la exitosa serie de Netflix El juego del calamar, sino para resolver cuestiones de guion que no tienen explicación. Por ejemplo que aparezcan armas de la nada en medio del bosque para que los jugadores puedan encontrarlas cuando el libreto lo reclame.

Entra bien en escena el villano en cuestión, interpretado por Neal McDonough, el mas perverso de los cazadores que disfruta del sufrimiento ajeno y pronuncia un discurso (trillado pero efectivo) sobre la condición depredadora del ser humano. El resto de la película es otro descenso en la carrera de Bruce Willis.