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Crítica de “No miren arriba”, la sátira sobre el fin del mundo de Adam McKay

La película con Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence es una tragicomedia sobre las decisiones irracionales que el mundo ha tomado ante el anuncio de la inminente extinción de la humanidad.

lunes 20 de diciembre de 2021

No mires arriba (Don't Look Up, 2021) es una alegoría sobre el Covid y el circo mediático montado a su alrededor, con decisiones fatales de los gobernantes, mezquindades y miserias de los empresarios para sacar tajada económica y argumentos irracionales de los ciudadanos que dividen a la sociedad.

La idea del film de Adam McKay (La gran apuesta, El vice) es buena en cuanto paradoja de la realidad, pero se queda en sus intenciones. Porque a partir del disparador de un meteorito del tamaño del Everest a punto de chocar con el planeta tierra y poner fin a la humanidad, transita un camino previsible y extensamente largo (dura más de dos horas) para una comedia.

La cosa arranca con dos astrónomos (DiCaprio y Lawrence), los únicos preocupados por el desastre por venir, sorprendidos por las reacciones adversas de todo el mundo a su alrededor (con foco en la administración gubernamental y los medios de comunicación) cuando comunican el fin de los tiempos. Son culpados de provocadores, encarcelados, ridiculizados en las redes, hasta que, las encuestas bajan y al gobierno le conviene dedicarse al tema. Pero dedicarse no es solucionarlo sino sacar provecho y buscan la manera de hacer un negocio con el cometa y venderle a la gente que se trata de puestos de trabajo.

Estas son solo algunas ideas que sobrevuelan la película, que pueden predecirse a los cinco minutos de iniciada la trama. Todo lo que se vivió y sigue viviendo con respecto al Covid, grieta social mediante, sucede en la película. Para colmo de males el género de la sátira implica un registro de actuación al borde de la exageración y los actores -muy buenos por cierto- no parecen estar en la misma sintonía unos con otros, para dar en el punto necesario de locura.

DiCaprio compone al doctor Randall Mindy, un científico mediocre que no tiene gusto ni carisma y lleva una vida intrascendente junto a su mujer e hijos. En la televisión lo denominan “el científico mas sexy del mundo” (un guiño interesante que aprovecha el film) para utilizarlo como material de distracción y restarle importancia a sus comentarios apocalípticos. Lawrence es Kate Dibiasky, una joven científica rebelde, al borde de la crisis producto de la apatía social. Su actuación está más medida y llega a mejor puerto.

Entre el resto del elenco se destaca Jonah Hill, como el vocero cocainómano de la Casa Blanca, exagerado en el registro pero gracioso por momentos, Meryl Streep como la presidenta de los Estados Unidos que parece vivir en una realidad paralela (en clara alusión a la administración Trump) y el mejor de todos es Mark Rylance como Peter, el representante de una corporación que se presenta salvadora para el conflicto y solo busca hacer negocios. La metáfora perfecta de la farmacéutica.

No miren arriba busca el guiño constante a la incertidumbre y desazón con respecto al COVID, chiste que comprendemos enseguida por lo visto a diario. Pero lo hace de manera tan evidente y sin encontrar un punto de vista novedoso al asunto, que termina siendo tediosa y predecible.

5.0
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