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Crítica de "Las leyes de la frontera", el cine quinqui de Daniel Monzón

El realizador español Daniel Monzón (Celda 211, El niño) vuelve a indagar en el cine de género con "Las leyes de la frontera" (2021), una película en la que se entrecruza el romance con los atracos a través del punto de vista de un adolescente, que seducido por una mujer mayor que él se suma a una banda de ladrones de poca monta.

martes 30 de noviembre de 2021

Basada en la novela homónima de Javier Cercas, Las leyes de la frontera, que cerró la última edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, se ambienta en Girona durante 1978. Marcos Ruiz interpreta a Nacho, un adolescente de 17 años que sufre acoso escolar y termina enganchándose con una banda de atracadores que se dedican a robar farmacias, bancos, gasolinerías, salas de entretenimientos, y todo aquello que les genere algo de dinero.

Con referencias  al cine quinqui de Eloy de la Iglesia, José Antonio de la Loma, y también a Deprisa, deprisa (1981) de Carlos Saura, aunque sin la potencia abrumadora característica de esa rebeldía de finales de los 70 y comienzos de los 80, Monzón plantea el relato a partir de una clásica historia de iniciación (sexo, drogas, amistad, delincuencia), enmarcada en el postfranquismo, estilizando este subgénero, que se caracterizaba por cierta desprolijidad, con una cuidada, hasta el más mínimo detalle, reconstrucción de época y una fotografía en colores saturados, tan brillante que por momentos le juega en contra a la sordidez que busca transmitir.

Con guion del propio Monzón y Jorge Guerricaechevarría, Las leyes de la frontera toma distancia del libro, se aleja del andamiaje metaliterario y se apropia de su esencia. Uno de sus defectos sea tal vez cierta idealización hacía sus personajes envueltos en un romanticismo desmedido, aunque por el contrario, su mayor virtud sean las actuaciones, con un elenco de caras nuevas donde se destacan Begoña Vargas y Chechu Salgado, en la piel de Tere y Zarco, dos de los integrantes de la banda con mayor peso dramático y emocional. El cine quinqui necesita personajes que generen cierta facinación y ellos lo logran.

Las leyes de las fronteras, que no pretende ser una obra maestra, ni nada que se le parezca, y como todo el cine de Monzón busca entretener, funciona como un relojito suizo. Tal vez tanto cálculo no era necesario y un poco más de libertad le hubiera jugado a favor. Pero es lo que hay y, en ese sentido, cumple con lo que promete.  

7.0
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