CINEAR - 4 Puntos

Crítica de “Las cercanas”, el diario íntimo de una despedida de María Álvarez

María Álvarez apela, una vez más, a una fórmula en donde la cámara acompaña a dos longevas hermanas que supieron conocer de lujos y brillos antaño, y que hoy se pasan el día entre recuerdos, viejos objetos y ensaladas y papas fritas de Mc Donalds.

viernes 25 de febrero de 2022

Las cercanas (2021) tiene a dos mujeres de entrada edad compartiendo un departamento en una zona “paqueta” de Buenos Aires, plagado de libros, partituras, obras de arte, recuerdos. Esos recuerdos son tal vez más efímeros que los objetos en concreto que las rodean, los que, con el paso del tiempo, se fueron deteriorando al igual que la memoria de las protagonistas.

Álvarez pone su cámara en esa intimidad, al igual que lo hizo anteriormente con Las cinéphilas (2017) y El tiempo perdido (2020), y reparte el metraje “ilustrando”, por decirlo de alguna manera, los intercambios con las gemelas Isabel y Amelia Cavallini, Yung Yunga y Coca Cola, como por ahí las nombraron al dedicarles una obra musical. 

Cuando la película descansa en la libertad con la que ambas dialogan sobre el pasado. Sobre cómo los ojos de una irradiaban deseos ante los demás, o sobre la obsesión por desenchufar el velador del palier del edificio que habitan. Las anécdotas se transforman en destellos para la propuesta, y dan ganas de continuar viendo el relato.

Porque son pocos esos momentos, el resto es compartir el dolor y el llanto por la rotura de una vieja muñeca, que, en definitiva, y en la soledad de las ancianas, funcionaba como aquel descendiente que no tuvieron. El plano que contiene los desgarradores lamentos por parte de una de ellas es extremadamente largo, y la ayuda, o consuelo, nunca llega.

A diferencia de sus películas predecesoras, donde se desplegaba amor, comprensión y compasión para sus protagonistas, aquí no hay una mirada que “cuide” a ambas. Hay una exhibición lasciva de situaciones diarias que muestra la cercanía con el umbral de la muerte de los adultos mayores. La imposibilidad de desabrocharse un pantalón para hacer sus necesidades, o el no recordar la letra de una canción, solo demuestran el inevitable deterioro de dos mujeres que, en su soledad, en sus dolores, en el día a día, van apagando su llama. 

En la pared un retrato, inmenso, gigante, que en vez de “acercar” a “las cercanas” al espectador, las aleja, preguntándose por el sentido de la vida y la finitud, de la propia y la ajena. En donde un piano de 50 mil dólares, el objeto más preciado por ambas, se puede desarmar en un santiamén y concluir, de una vez por todas, con la vida de las protagonistas y sus sufrimientos.

4.0
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