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Crítica de “Espíritu sagrado”, las consecuencias del terraplanismo según Chema García Ibarra

El director español retrata personajes de un pueblo de la costa mediterránea involucrados en una secta de improbables creencias, mientras una nena desaparece.

miércoles 06 de abril de 2022

Chema García Ibarra desarrolla un estilo similar al argentino Martín Rejtman. Planos de extensa duración contrapuestos por un incómodo humor absurdo para exponer las curiosidades propias de los habitantes del lugar y su manera de relacionarse.

Claro que este condimento se amplifica cuando varios de estos personajes pertenecen a OVNI Levante, una asociación de aficionados a la ufología que adora a una suerte de gurú que asegura haber sido abducido por extraterrestres. La importancia de una vida superior a la terrenal cierra el círculo de creencias de estas personas. En paralelo una nena llamada Vanesa, “La Vane”, está siendo buscada por la policía con intensidad. Las conexiones entre ambas líneas narrativas no tardan en aparecer.

Con una primera parte de pura descripción de personajes, costumbres y creencias, Espíritu sagrado (2021) se inserta en la narración cada vez más oscura en su segunda mitad. Aquello que parecía anecdótico, y hasta pintoresco, se vuelve siniestro sobre el final.

Es que Chema García Ibarra jamás construye desde el género, el thriller o relato policial está apenas sugerido detrás del costumbrismo (surrealista por momentos). Un registro que nos invita a reírnos e incluso empatizar con algunos de los habitantes. A saber, la madre vidente y postrada en una silla de ruedas de José Manuel, el protagonista miembro de la asociación y tío de la niña desaparecida. El tipo regentea un bar donde acude la señora de anteojos de sol que despotrica contra los delincuentes “de Europa del este”, culpables externos de todos los males del pueblo.

Con este recurso entramos en la vida cotidiana de estos personajes y compartimos sus puntos de vista con la misma inocencia que ellos enfrentan su vida diaria, hasta que nos hallamos atrapados en el medio del crimen que involucra tráfico de corneas. Un golpe de efecto, sin nunca cambiar el registro del film, que nos obliga a modificar la manera de observar los acontecimientos.

Vale destacar el maravilloso plano final de la película, que por supuesto no describiremos aquí, que condensa todo el relato mezclando misticismo con delincuencia de una manera tan brutal como sorprendente.

8.0
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