Crítica de "Yo y Las Bestias", el venezolano Nico Manzano, entre la crisis y la musicalidad

Andrés Bravo, es un joven de clase media que forma parte de un reconocido grupo de música indie venezolana. Diferencias estéticas y de formas lo hacen abandonar en muy malos términos el grupo para posicionarse como solista. Pero nada es tan fácil como creía y a medida que los días se suceden Andrés comienza a añorar a sus amigos de antaño, muchos de ellos migrantes producto de la crisis que acecha al país. En medio de una soledad desbastadora es visitado por dos extranos seres que lo harán sentirse acompañado y quienes funcionan como motor afectivo durante el proceso creativo de su debut en solitario.

Manzano, que además de realizador audiovisual también es músico, apela al realismo mágico para contar el proceso interior de una creación artística. Yo y Las Bestias, como el cine del argentino Ezequiel Acuña, está atravesada por la música, que en este caso también funciona como una protagonista más dentro de una historia melancólica, cargada de cierta desazón, añoranza por el pesado e incertidumbre frente al futuro. Una metáfora de la Venezuela de hoy.

Con una estética visual pop, de planos simétricos y colores rabiosos, el entramado narrativo, que deambula entre universos oníricos y algo bucólicos, es intervenido en varias ocasiones por videoclips que funcionan como separadores de los diferentes estados que sucumben al personaje central, interpretado con una natural apatía por Jesús Nunes, una especie de rocker de principios de siglo salido de una película de Wes Anderson.

Yo y Las Bestias cuenta con música original de Nico Manzano, Nika Elia (Sexy Bicycle) y Christian Mijares (Dynamic), y con colaboraciones de Diego García (Hotel / The Slow Glow), Gael Gaviota (Colérico Espín) y Luis “Tafio” Méndez (Los Humanoides / Irán). Además, tiene una participación especial de Jorge “Pepino” González (Los Mesoneros / ex-Dischord). Todos referentes de la movida musical venezolana.