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Crítica de “Finch”, Tom Hanks nos deja el legado de la humanidad

En una extraña fusión entre “Naufrago”, “Wall-E” y “Cortocircuito”, el film plantea un mundo devastado en el cual sólo queda sobrevivir y recordar los buenos hábitos del ser humano.

sábado 06 de noviembre de 2021

¿Quién sino Tom Hanks para representar al último hombre con valores sobre la tierra? Un hombre netamente estadounidense que recorre supermercados buscando comida entre los escombros de la sociedad de consumo. Tom Hanks es Finch, un inventor de artefactos mecánicos que crea un robot (voz de Caleb Landry Jones) con el fin de que lo ayude y cuide a su perro en su ausencia. La radiación es altísima en las ciudades en ruina y la temperatura del planeta supera los cincuenta grados a la luz del sol. Los personajes huyen de las tormentas, una de mayor gravedad que otra. Un futuro ambientalmente posible.

Finch (2021) también es una road movie, de esas que un personaje aprende del otro a partir de un viaje literal y metafórico que atraviesa varios obstáculos. Estas enseñanzas son mensajes bastante explícitos que la película lanza al espectador. Quizás el mas interesante sea que el ser humano tiene la misma capacidad creativa que destructiva para el resto del ecosistema. Nada novedoso pero resulta interesante que los otros “humanos” se perciban siempre como una amenaza inminente de la cual hay que huir. Algo afirmado con el sermón sobre la confianza que culmina con “desconfía de todos”.

Este clima fatalista vira hacia el final gracias al mensaje sobre el legado. Lo que Finch (Hanks) no puede enseñarle con palabras ni con historias a la inteligencia artificial que creó (apodada Jeff) es la experiencia humana. En términos del film, a disfrutar de las pequeñas cosas que el mundo tiene para dar, sea el viento, el sol, un paisaje o la relación con un perro. El mensaje ecologista de la película dirigida por Miguel Sapochnik y con música de Gustavo Santaolalla busca ese fin.

El film también producido por Amblin Entertainment deja la sensación de no aportar nada nuevo en materia de imágenes. Como el Frankenstein que representa Jeff, está hecho de retazos, elementos cinematográficos preexistentes, articulados con ingenio. Pero su razón de ser está en su moraleja ambiental y desde ahí, con poco, logra trasmitir una esperanzadora reflexión.

7.0
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