Rodada en pandemia, llega a las salas "Desequilibrados"

Juan Baldana deja su testimonio sobre la pandemia en pantalla grande

“La economía es la base de la sociedad, pero también el cáncer que la destruye. Para poder pensar primero tenemos que alimentar bien a nuestra familia y en definitiva de eso se trata. Hay quienes buscan sus propios intereses a costa de cualquier maldad y quienes piensan en los que no tienen que son la mayoría en este mundo lleno de injusticias”, cuenta a EscribiendoCine.

Juan Baldana deja su testimonio sobre la pandemia en pantalla grande
Juan Baldana
Juan Baldana
miércoles 13 de octubre de 2021

Rodo está encerrado en su casa. El coronavirus no discrimina. Para toda la sociedad se ha decretado el aislamiento social obligatorio, a raíz de este virus que infecta y mata a miles de personas en el mundo entero.
Rodo es abogado, pero hace tiempo que tiene poco trabajo y su gran obsesión es la escritura de un libro inacabado sobre Silvio Gesell, un gran pensador alemán, creador de la economía natural. Todo empieza a complicarse cuando la editorial lo presiona por estar retrasado con la entrega de su obra. Rodo presenta varios días seguidos con fiebre alta. Su confusión mental aumenta a la par de su temperatura y la incoherencia gana terreno en su estado de soledad, cada vez más ingobernable.

El realizador analiza en una propuesta ficcional, modos de producción y hábitos, en medio de la situación pandémica que atravesamos, disparando un relato comprometido con su presente y generador de ideas sobre la economía y los vínculos.

¿Cómo surge la idea de Desequilibrados (2021)?
Necesitaba contar lo que estaba pasando en un contexto absolutamente nuevo en nuestras vidas y sumamente extraño a raíz de la invasión Covid. Sentía que esta vez, el rebaño de la humanidad estaba más perdido que nunca y quienes comandan el circo no sabían qué hacer, sobre todo los medios de comunicación que hoy en su mayoría se alimentan de ese coliseo necesitado de poder y dinero.  El cine es otra cosa, y me resultaba necesario contar desde otro punto de vista lo que estaba pasando. De manera contemplativa. Empecé por filmar la ciudad vacía con Santiago Basualdo, una persona con mucha sensibilidad que me crucé en el momento justo y quién tenía los permisos para poder circular por la ciudad vacía. Santi parecía Will Smith en Soy Leyenda. Flasheamos con las imágenes de una Buenas Aires nunca antes vista. Registramos lo que hoy resulta justamente una película de ficción y antes del 2020 sólo se imaginaba en la butaca de un cine como una superproducción de Hollywood. Una paradoja total. La falta de dinero y la crisis laboral es lo que afectaba más a las personas. Decidí escribir sobre las dos temáticas que iban de la mano. Me acordé de mi amigo Julio Cesar Archet, quién alzó la bandera del trueque luego de la revuelta anárquica del 2001 con la salida de De la Rúa en helicóptero y luego fue volteada por intereses políticos, aunque llegó a ser un proyecto de ley, ese necesario intercambio de productos y servicio sin dinero que fue una alternativa para miles de argentinos. Juntos comenzamos a elaborar la idea de poner al trueque nuevamente en la necesidad social ante la problemática que avanzaba día a día. 

¿Cómo llegaste a la obra de Silvio Gesell?
Justamente su nombre salió a la mesa rápidamente porque el trueque es un derivado de sus ideas primarias. Yo no conocía nada de su historia, como muchos argentinos no lo saben tampoco. Quedé impactado con sus ideas innovadoras a principios del 1900, su objetivo de establecer una economía sin desocupación, usura, explotación y daño ecológico todavía son muy actuales. Julio me habló de Carlos Louge, la persona que más sabe en el mundo sobre este pensador argentino- alemán más conocido en Europa que en nuestro país. Los tres nos pusimos a trabajar en lo que hoy es Desequilibrados. Sin ellos no podría haber escrito este guion.

¿Cuándo decidiste que ibas a fusionar sus ideas en un relato de ficción?
Antes de escribir Los del suelo, estaba con una idea de ficción relacionada al trueque y un anarquista como protagonista. En ese entonces me influenciaba con el libro El futuro del dinero, de Bernard Lieater como referencia para lo que estaba escribiendo, hasta que llegó a mis manos Monte Madre, novela de Jorge Miceli. Fue ahí donde, luego de más de un año de escritura, decidí abandonar el proyecto y contar directamente la historia de Remo Vénica e Irmina Kleiner, dos militantes de las ligas agrarias que dieron su vida por el campesinado argentino en la dictadura militar. Más de una década después quise retomar algo de esa idea primaria que postergué en su momento. Al conocer la historia de Silvio Gesell sentí que era necesario transmitir a las nuevas generaciones su pensamiento vanguardista y más al comprobar que en el día de hoy, sus ideas se llevan a cabo en varias partes del mundo con miles de monedas complementarias. El cine también es político.

¿Habías pensado en hacer un documental sobre la figura de Gesell?
Nunca. Solo me gusta hacer documentales observacionales y resulta imposible realizar en ese formato una película sobre cualquier persona histórica. Sintientes fue mi último documental en donde se refleja la idea de poder ser autosustentables y libres sin depender solamente de un salario indigno. Solamente en Raúl, la democracia desde adentro, tuvo una estructura de notas porque era obvio, teníamos que registrar durante horas y horas de entrevistas, sobre la figura de Alfonsín.  Me encantó hacer esa película, pero fue por un pedido de Christan Rémoli, quien fue el hacedor de esa idea necesaria para poner a tremenda figura política contemporánea en nuestra historia del cine. Definitivamente quise hacer una ficción.

La película se rodó en pandemia, ¿cuáles fueron sus dificultades dentro del contexto?
Muchas. Le propuse a dos grandes amigos coproducir esta película colectiva sin ningún tipo de fondos en un momento donde todo el mundo estaba refugiado en su casa sin saber qué hacer. Una vez que tuve su apoyo, fui convenciendo a uno por uno, actores y equipo técnico para poder sumarse a ese proyecto un tanto quijotesco en sus inicios de gestación. Tiempo había de sobra, eso sí.  La idea "Geselliana" como bandera fue clave para que se suban amigos y gente con ganas de hacer a esta película que intenta reconstruir la identificación idealizada de la relación entre el hombre y el planeta tierra.

Ya en tus propuestas anteriores trabajaste con materiales originados por “pensadores” de otras maneras de hacer economía ¿qué te interesa de ellos?
La economía es la base de la sociedad, pero también el cáncer que la destruye. Para poder pensar primero tenemos que alimentar bien a nuestra familia y en definitiva de eso se trata. Hay quienes buscan sus propios intereses a costa de cualquier maldad y quienes piensan en los que no tienen que son la mayoría en este mundo lleno de injusticias.  Nuestra especie logró en muy poco tiempo transformar el planeta para mal. Lo que no se hizo en millones de años se destruyó tan solo en lo que vive una mariposa para lo que es la línea de tiempo sobre el universo. Los grandes pensadores son quienes pueden guiarnos para intentar reconstruir un mundo mejor sino queremos que se vaya todo al tacho en unos años. Tiempo hubo de sobra, pero ya no hay más.

¿Cómo seleccionaste al elenco?
Esta es una película de actor.  El protagonista está en todas las escenas y de manera solitaria. Era necesario contar con un amigo o conocido porque proponer este papel con las herramientas económicas que contaba para realizar la película no era fácil.  Pensé en Miguel Di lemme, con quién trabajé en Los Ángeles, mi ópera prima. Siempre tuve muy presente todo lo que le dio a ese proyecto. En este caso, sumado a eso necesitaba filmar casi toda la película en una locación y debía tener las características adecuadas para el personaje y no sólo eso. Estaba claro que no podía vivir una familia por cuestiones de protocolo. La casa de Miguel reunía esas condiciones. Resultó ser un combo perfecto. Juntos hicimos todo el trabajo del personaje con los ensayos incluidos y en paralelo fue ideal pensar el arte del lugar con tiempo. Para el resto del elenco llamé a actores amigos y conocidos porque sabía que podíamos confiar mutuamente en este proyecto realizado con mucho esfuerzo.

 Volvés a trabajar con Lautaro Delgado Tymruk y María Canale, que son en un punto como actores reconocibles de tus relatos ¿Cómo fue reconectarse con ellos y en este contexto?
Alucinante porque ya hay una amistad más allá de la relación profesional. Son dos personas maravillosas que hoy han crecido mucho a nivel actoral y ambos son de aportarles mucho a sus personajes. 

¿Sensaciones de finalmente estrenarla?
Una alegría indescriptible porque esta película es de todos los que fueron parte y poder verla en pantalla grande es un premio al esfuerzo que cada uno puso en ese momento tan complicado a todo nivel. Para dar sólo un ejemplo de las dificultades que tuvimos, Alejandro Giuliani, el director de fotografía se sumó a tres semanas del rodaje porque quien sería el DF tuvo que bajarse.  Eternamente le voy a estar agradecido a él por su enorme humanidad y a todos los que me acompañaron. Pude trabajar con quien hizo la Fotografía de Aniceto, enorme película de Leonardo Favio. Era una incógnita en los momentos más duros de la pandemia saber cuándo abrirían los cines. De hecho, Sintientes la tuve que estrenar en la plataforma Puentes de cine, una idea fantástica que llegó para quedarse. Pero ver cine en la butaca es mágico y no creo que vaya a desaparecer.  Luego, sí hay que intentar que se vea on line y pueda expandirse a nivel internacional.  Ya hay un interés tangible en Alemania porque Silvo Gesell es un ícono de las nuevas movidas monetarias verdes en ese país.

¿Con qué te gustaría que se conecte la gente?
Con una idea innovadora que apareció en los comienzos del siglo XX a través de un hombre injustamente incomprendido, increíblemente pareciera que hoy es más actual su pensamiento que en aquella época cuando estalló una crisis económica brutal, una de las tantas que nos tiene acostumbrados nuestra Argentina. El espectador que vea esta película sentirá que de alguna manera vivió lo mismo que transita el protagonista en la pandemia. Ese encierro obligado que nos hizo mirar a todos en nuestro verdadero interior. Hay un antes y después de este virus pandémico para todo el mundo. La temática es global, nunca antes hubo algo así.  Quienes perdieron amigos y familiares por el Covid saben más que nadie lo que estoy diciendo.

¿Estás con algún nuevo proyecto?
Acabo de terminar de filmar Que todo se detenga. Una historia basada en la gran novela de Gonzalo Unamuno.  Es parte de una trilogía que se viene con todo. Por primera vez estoy hablando de un antihéroe. Alguien que no empatiza con la sociedad y es una especie de psicópata integrado.  Tengo ganas de dar un mensaje desde un lado menos lumínico. Me encantó filmar una tragicomedia. Tenía ganas de cambiar un poco. Aunque en Desequilibrados hay momentos de humor ácido que se fueron gestando y creo fueron un indicio de lo que se viene en mis próximos proyectos.  El año que viene voy a filmar Reflejado, una historia basada en la novela Limpiavidrios de José Supera. Toca el tema del suicidio, otra problemática invisible a nuestros ojos que es necesario comunicar.

¿Por qué crees, que, aun habiendo atravesado la pandemia, seguimos desequilibrados?
Lo único que está armónicamente equilibrado es el universo y eso desafía la comprensión humana. Por más que queramos investigar, nunca vamos a llegar a saber que pasó antes del big bang. Esta pandemia va a pasar y quizás llegue otra nueva que naturalicemos sin dejar de ser partícipes en esta especie de evolución tecnológica que nos llevará a caminos indescifrables, pero para nada luminosos a mi manera de entender. Sin dudas estamos desequilibrados y lo estaremos hasta el fin de nuestros días.

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