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Crítica de "Errante corazón" con un impresionante Leonardo Sbaraglia en el "tour de force" emocional de un hombre gay

La segunda película del realizador Leonardo Brzezicki (Noche, 2013) refleja el derrotero de Santi, un hombre gay en medio de una anarquía emocional.

domingo 10 de octubre de 2021

Santi (otro impresionante trabajo de Leonardo Sbaraglia) atraviesa una situación caótica en su vida. Chef y dueño de un prestigioso restaurant que funciona muy bien, Luis (Alberto Ajaka), su pareja, acaba de abandonarlo, y su hija adolescente (Miranda de la Serna), con la que convive, ya no lo aguanta más. Además, está su madre anciana, Isabel (Beatriz Rajland), y Laura, la hermana, cuya relación no es la mejor. Santi, que hay que aclararlo no es malo, ni tampoco tiene intenciones nefastas, aunque si es un ególatra, no sabe, no puede o no quiere ver más allá de sus propias narices y busca compensar sus dificultades afectivas con  regalos y viajes, mientras se autoengaña con la excusa de que así todo estará bien. Santi está corrido de su eje y no registra que su vida se derrumba y con la suya también la de aquellos que ama.  

Errante corazón (2020) comienza con una fiesta gay en una casona, la cámara en mano recorre las diferentes habitaciones y los cuerpos de hombres desnudos que bailan, beben, se besan y tienen sexo sin ningún tipo de pudor. Todo es caótico. Lo que se muestra y como se muestra. Y esa presentación de la historia es el reflejo de la vida de Santi y como el director y guionista decidirá contarla: visceral y pasional.

A través de una puesta en escena tan refinada como rabiosa, donde la cámara se posa sobre los cuerpos, los rostros y los diferentes espacios para captar el más mínimo detalle expresivo y corporal de sus personajes, Brzezicki indaga en el interior de Santi,y sus vínculos, a partir de la externalización de sus acciones, sus movimientos, sus gestos y el espacio en el que se mueve. La dirección de fotografía del brasileño Pedro Sotero (Rojo, 2018; Bacurau, 2019) es tan delicada, cuidada, personal y a la vez tan real que el relato se tiñe de una verdad tan pura como punzante.

Pero sin duda, más allá de sus virtudes formales y narrativas, la película se sostiene en toda su magnitud gracias a la increíble actuación de Leonardo Sbaraglia, en un rol atípico para el protagonista de películas como Sangre en la boca (2016) o El otro hermano (2017), enfrentado a otro desafío en una carrera actoral que apuesta siempre por lo disímil, que, a diferencia de otros, no se queda en su zona de confort, sino que arriesga poniendo el cuerpo y el alma en sus elecciones. Como lo hace con Santi en Errante corazón, una película que lo desnuda interna y externamente para mostrarnos sin lugar a dudas al mejor actor argentino de la actualidad.

8.0
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