En Salas - 8 Puntos

Crítica de "Los santos de la mafia", la precuela de "Los Soprano"

La precuela de "Los Soprano" llega a 14 años de aquel súbito corte a negro que despidió a Tony Soprano (James Gandolfini) de este mundo, puntuando con uno de los finales más controvertidos a una de las mejores series televisivas de la historia.

jueves 30 de septiembre de 2021

Es más: vuelve bajo la producción y según el guión de David Chase, su creador, posiblemente una  de las personalidades más hurañas y reacias que conoce Hollywood. Chase que nunca ha querido hablar sobre la serie, ciertamente no sobre su final, y en sus años dorados tiene el deporte de podar cualquier intento de ramificar su obra. La mera existencia de Los santos de la mafia (The Many Saints of Newark, 2021) es increíble.

Las buenas noticias son más que nada para los fans de la serie. La película - dirigida por Alan Taylor - preserva la integridad de la serie sin esclarecer sus momentos más enigmáticos ni deshacer los verdaderamente únicos. Bajo esta consigna es una experiencia divertida: Chase y su coguionista Lawrence Konner juegan con la enorme mitología que la propia serie cultivaba sobre “los buenos viejos días”, imaginando versiones jóvenes de sus personajes más sobresalientes, escenificando o reconstruyendo viejas anécdotas y conectando pasado y presente con tantas referencias y chistes internos que el producto parece una auténtica labor fanática.

Evidentemente es el amor por los personajes y su mundo lo que atrajo a Chase de regreso y no una gran idea. No que la película no esté repleta de ellas, pero no parece poder concentrarse en ninguna en particular. No puede elegir un protagonista, por lo pronto, lo cual le da a la historia un ritmo cavilante. A menudo las escenas individuales tienen más poder que su sumatoria. Colmada de personajes y líneas narrativas de relevancia tan dispar que pesan como desvíos anecdóticos, la película podría ser el piloto de una serie o bien un apurado resumen de dos horas de la misma.

Cualquier episodio de cualquier serie, drama o comedia, se estructura entorno tramas graduadas A, B y C. El guión del film ha sido escrito con esta mentalidad pero cuesta discernir cuál es cuál. A grandes rasgos la primera línea narrativa la tiene el capo mafioso Dickie Moltisanti (Alessandro Nivola), padre del maldito Chris, una de las grandes sombras que decora la serie. Empieza codiciando a la mujer de su padre y su historia es una turbia serie de puntos sin retorno. Luego están el joven Tony (Michael Gandolfini, hijo de James), cuya idolatría de Dickie guía su crecimiento, y también Harold (Leslie Odom Jr.), un hombre negro en ascenso dentro del mundo criminal que empieza tomando órdenes de Dickie pero se construye raudamente en su némesis.

Es fácil imaginar cómo tanto material alimentaría progresivamente un serial. En dos horas todos parecen estar peleando por más atención de la que reciben. Se suman todos los personajes que han sido rejuvenecidos con nuevos actores - Johnny y Livia (Jon Bernthal y Vera Farmiga), Junior (Corey Stoll), Silvio (John Magaro), Paulie (Billy Magnussen) - pero a pesar de algunas buenas impresiones la trama no les da mucho para hacer ni les permite emanciparse de las idiosincrasias que los volvieron icónicos. Sólo Livia y Junior importan a la trama, y sus actores sugieren brillantemente en quiénes se convertirán con el paso del tiempo. Ídem Michael Gandolfini, quien es el foco del marketing pero no de la película que viene a describir sus orígenes.

La película ostenta un trasfondo histórico abarcando desde finales de los 60s hasta principios de los 70s, con parada en las protestas de Newark y énfasis en la tensión racial (resonando con tiempos modernos), pero la historia no es la épica mafiosa “scorseseana” que a veces aparenta. Como la serie tiene sus momentos de humor negro, de violencia súbita, algún virado surrealista y la familiaridad digna de un home movie, pero el tono es persistentemente fúnebre. Desde sus comienzos en un cementerio hasta su desenlace en un funeral, con narración en off de uno de los tantos muertos que dejó la serie, Los santos de la mafia apuesta todas sus fichas a la tragedia.

Y es que Dickie Moltisanti se configura como un personaje trágico, pero no particularmente querible. Nunca lo llegamos a conocerlo del todo, y se dice mucho pero se muestra poco de su relación supuestamente impactante con el joven Tony. El melodrama que rodea a Dickie es el eje de la historia, pero su personaje resulta el menos interesante de todo el elenco, y para nada simpático comparado al complejo antihéroe que será Tony Soprano.

La película funciona como buen “fanservice” pero por más referencias que haga tiene un logrado tono y un look distintivo que la alejan de la serie. Es entretenida, oscura, a veces bizarra. Posiblemente tiene más puntos en común con los yakuza de Takeshi Kitano que con el cine mafioso tradicional. No queda totalmente a la altura del a serie, ni se siente como su coda definitiva, ni como una parte crucial de la saga, pero logra algo nuevo y tiene cierta autonomía. Cabe especular con una continuación. Cuestión de no dejar de creer.

8.0
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