Es la protagonista del multipremiado film nacional

Mónica Lairana repasa su carrera hasta "Karnawal" de Juan Pablo Félix

Desde su debut junto a Madonna en "Evita" hasta el reciente estreno de "Karnawal", la actriz y directora cuenta sobre sus primeros pasos y sus trabajos tanto delante como detrás de la cámara en exclusiva para Escribiendo Cine.

Mónica Lairana repasa su carrera hasta "Karnawal" de Juan Pablo Félix
sábado 25 de septiembre de 2021

Nació el 10 de septiembre de 1973 en Buenos Aires, hija de padres bolivianos (la mamá de La Paz y el papá de Santa Cruz de la Sierra). Desde los 5 años les decía a los padres que quería ser actriz. Ella entregaba su corazón, ya de joven, a las películas, su pasión por el cine fue de la mano de poder participar en ellas. 

Recién a los 14 años aceptaron que vaya a estudiar teatro. Se inició en la Escuela de Irma Roy, y sus primeros profesores fueron Manuel Macarini e Isaac Eisen. Un par de años después se fue a estudiar a la Escuela de Raúl Serrano. Sus comienzos fueron en televisión, primero en el programa "La Estación de Luis Landriscina" conducido por el cuentista chaqueño y luego en la troupe de Antonio Gasalla, en el "Palacio de la Risa" por el Canal 7, período en que estaban al lado del comediante: Juana Molina, Humberto Tortonese, Verónica Llinás, Daniel Aráoz, Alejandro Urdapilleta, Norma Pons. Ella promediaba los 18 años. Y su debut en la pantalla grande fue a los 22 en Evita (1996) de Alan Parker. Allí interpreta a una estrellita joven que tiene una audición y "canta" con el coro “Another Suitcase in Another Hall”, junto a Evita, o sea Madonna. 

Paulo Pécora, su pareja, la dirigió en 4 cortometrajes y en tres largos: El sueño del perro (2008), Marea baja (2013) y Lo que tenemos (2020). 

Recibió el Premio Cóndor de Plata a la Mejor actriz de Reparto por El patrón, radiografía de un crimen (2014), otorgado por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina en 2016. Y nuevamente galardonada en 2019 por los Cronistas, pero esta vez como directora a la mejor Opera prima con La cama (2018). Como directora –guionista y productora- su filmografía se completa con los siguientes cortos: Rosa (2010) (Historias Breves VI), María (2013) y Emilia episodio del largo Sucesos intervenidos (2014). Acaba de estrenarse su film número 20, Karnawal (2020) de Juan Pablo Félix, junto a Alfredo Castro, Diego Cremonesi y el debutante Martín López Lacci. Y tiene en carpeta –calcula que para el 2022- el estreno de su último film como actriz: La noche adentro (2021) de Alejandro Alonso y Karina Piazza y está coprotagonizada por Valentina Luz Aparicio. Es una ópera prima sobre una historia de amor entre dos chicas en la época de la dictadura militar y está totalmente rodada y producida en Mendoza. 

Contame un poco como fue tu debut en cine, nada menos que junto a Madonna en Evita.
Sí, así fue en Evita (1996) de Alan Parker. En esa época aun se hacían las grandes convocatorias, así llegué también a la televisión. Esas convocatorias eran, por ejemplo se anunciaba que tal día había que presentarse en equis lugar. Había como 1500 personas y tenías que hacer como diez horas de cola en una calle con toda la ilusión. Y era casi como ganarse la lotería que te elijan, porque ya habían visto como 600 personas antes que vos. Y así llegué. En televisión después de un casting de 500 chicas, y en Evita también, pero hubo muchísimas más chicas. Allí tuve mis primeros planos, además canto. No canto yo con mi voz porque cantaban cantantes profesionales. Pero tuvimos muchos ensayos para hacer el Lip sync (sincronización labial, como haciendo que canta). Tuvimos entrevistas con Alan Parker, con un trato muy precioso. Tuve mi reunión por separado en su oficina con él y con un traductor. Y me dijo lo que quería con respecto al ensayo musical y me dijo cosas lindas, un tipo sumamente agradable. Me tocó hacer una escena en que somos tres estrellitas y Evita es actriz y va a audicionar y cuando sale de la oficina, el resto de las actrices la miramos como con desprecio y ella canta un tema y nosotras hacemos el coro. 

¿Y tuviste algún tipo de diálogo o encuentro con ella? 
Mirá Madonna es una estrella y en aquel momento ya era una estrella. Digamos que para mí la primera aproximación al cine tuvo esa dimensión, que es tan diferente a la que estamos acostumbrados acá. Y ahora lo puedo decir después de haber estado en unas 30 películas. Ella no aparece, por ejemplo, hasta antes de su toma. Hasta ese momento las otras tomas y los ensayos con nosotras era con sus dos dobles de luces, con el mismo cuerpo, el mismo vestido, el mismo corte de pelo. Todos ensayamos con el doble de luces. Y solo para la toma viene Madonna. Y por ahí cortan la toma, y ya aparece la doble de luces. ¡Es muy Star! Y te puedo decir que yo no tengo recuerdo de que en esa situación yo estaba fascinada por el hecho que estuviera Madonna. Yo estaba muy enamorada de ver el funcionamiento de lo cinematográfico, estaba muy fascinada con el hecho de la creación del cine. Era todo muy grande y yo estaba encantada con eso. Nos trataron preciosamente. Fueron un día de ensayo total y dos días de rodaje. 

¿Y extrañas esas convocatorias?
Y ahora es distinto. Existe lo que se dice el director de casting, las agencias de casting. Antes en Argentina no estaba tan industrializado, ya existía en los estados Unidos, por ejemplo, acá no. Acá era un avisito en el diario o un avisito en televisión, y uno iba a hacer esas largas colas. 

¿Cómo son hoy los castings?
Hoy por hoy, digamos, que es muy raro que haya alguna audición de casting y sin uno saber para qué rol lo va a hacer. Eso podía pasar antes. Hoy es mucho más específico. Si yo voy a hacer un casting hoy, yo ya sé para qué rol me llaman. Qué tipo de papel va a ser: si es protagónico, si es un coprotagónico, si es un personaje de reparto, que características tiene. Amén de las producciones que me llaman directamente porque me vieron en tal película y me quieren a mí ahora. La verdad es que es muy difícil que yo le diga que no a un proyecto, porque amo el trabajo del cine en si mismo. Y más sobre todo cuando me toca hacer películas fuera de Buenos Aires. Me encanta esa cosa como que se forma una comunidad cuando uno se va a otro lugar a instalarse solamente a filmar una película. Es una experiencia preciosa que para mí es como volver a vivir. Pero ahora que recuerdo hubo dos películas que le dije que no. Y eso que eran protagónicos, y yo no tengo muchos protagónicos. 

¿Se puede saber los motivos? 
Por cuestiones que sentía como que había algo de lo que se comunicaba. No tenía que ver con el personaje. Creo que tiene que ver con la madurez de uno como persona y ahora también como cineasta. Empiezo a tener mucha conciencia en lo que uno ofrece en una obra, uno baja un discurso, baja una mirada, baja una ética, baja un montón de cosas, y uno no puede desoír eso. Entonces si hay algo que me hace ruido, lo suelo plantear porque a veces se puede conciliar, hasta a veces es re positivo para un proyecto y por ahí dicen "¡Uy, no me di cuenta de esto!, la verdad...". Se genera un intercambio súper lindo para las dos partes, y el proyecto avanza y sigue andando. A veces no, la otra persona está muy convencida de eso, y seguramente hay una diferencia de ideas o de criterios. Pero no me ha pasado mucho. 

¿Podemos decir que esas dos negativas que tuviste fueron por cuestiones humanas e ideológicas?
Si podría decirse así. Siempre estamos hablando de humanidades. Yo digo que con los años me pongo más exigente en eso porque en cine uno contribuye a esas cosas. Yo respeto todos los puntos de vista, el tema es si yo quiero ponerle el cuerpo a determinado punto de vista. 

¿Y si te toca un personaje siniestro, jodido, que va totalmente en contra de lo que vos sentís en todo? 
No pasa nada, porque no tiene que ver con el personaje. Tiene que ver con que si ese personaje siniestro ¿para qué sirve? ¿Para contar qué? ¿Qué aporta, qué mirada, qué me queda cuando termina la película? Por eso digo que no se circunscribe al personaje, tiene que ver con la idea de obra. Eso me pasa, pero muy rara vez, porque en general uno tiene un diálogo súper interesante con los proyectos, los directores, los guionistas, los productores. 

En tu experiencia cinematográfica vos tenés un gran bagaje tanto en cortos como en largos, además de tener la dualidad de ser actriz, pero también sos directora. ¿Qué diferencias podes marcar entre uno y otro y entre una actividad y otra?
Creo que el trabajo esencialmente es el mismo. Quizás lo que tiene el largometraje es que, a veces, implica una curva dramática que tiene a su vez una curva en la actuación, y a veces en los cortos, no. Los cortos por lo general retratan un estado de ánimo, un momento determinado, de tratar una sola situación. Por ahí hay excepciones con cortos que son más narrativos. En cambio una película tiene en general como una mayor curva, en ese caso el desafío para el actor es encontrar todos esos matices para poder contar toda esa curva, para poder darle al personaje ese cambio, esa transformación que en definitiva es lo que uno más disfruta cuando se transforma de una persona en otra. Después esencialmente la sensación es la misma. A mí no me merece más respeto una película por si es un largo o un corto. Además yo amo los cortos. Para mí son obras tan importantes e reales como los largos. No son algo menor, ni una cosa de estudiante. Yo voy a seguir haciendo cortos, más allá de que cada tanto haga un largo. El formato del corto es precioso en sí mismo. No sé porque tiene esa especie de halo como si fuera una cosa menor, solo de experimentación. Y a veces es mucho más complejo hacer un buen corto. 

¿Y cómo fue que llegaste a dirigir?
Es que me pedían mis compañeros que dirigiera, yo no me daba cuenta... Era muy entusiasta, me surgían cosas cuando miraba una escena, llegaba muy temprano al set a mirar todo, no respetaba los horarios de citación. Me gustaba ver, mirar, aprender, observar como era el oficio. Los demás comenzaron a notar esta cosa que tenía de entusiasmo y a la vez de valor, de virtud, de tener opinión de lo que se estaba creando o por crear. La primera persona a la que se lo manifesté fue a María Victoria Menis (que la dirigió en El cielito en 2004). Ella fue muy importante para mi porque ella me impulsó a que lo haga. Yo pensé en dirigir, pero estaba muy cerrada porque pensaba que tenía que tener primero una educación más formal como cineasta, que tenía que estudiar primero. Ella me hizo entender que antes no existían las escuelas de cine, y que básicamente el oficio se aprendía trabajando. Y me convenció y así arranqué con el corto Rosa en 2010. 

Entonces tus únicos antecedentes de estudios académicos fueron los de teatro...
Si. Y lo otro que hice fue un Seminario con Sabrina Farji. Fue en la época de El Cielito. La conocí a ella en un festival, y yo ya estaba comunicando que quería dirigir. Y ella muy generosamente me dijo que iba a dar un seminario de guión y me invito para que lo haga. Y lo hice y fue espectacular para mi, porque me organizó las ideas y fue lo único que hice. Fue como lanzarme. Y otra que me dijo algo muy concreto antes de filmar fue Adriana Yurkovich que después fue mi productora en mi primer largo La cama (2018). Ella me dijo para arrancar y bajo presupuesto: una locación, un personaje. Y así fue. Fue mi espaldarazo. Y ganó muchos premios (Risas). Y después todo lo que siguió fue en una dimensión que no lo podía creer. Lo primero que filmo y me toca la Alfombra Roja en Cannes. Era impensadísimo. Pero a la vez era como la confirmación de confiar en lo que uno quiere hacer y ponerle trabajo, es el camino. Cuando querés hacer algo de corazón... 

Dirigiste tres cortos y un largo, en los cuales solo estuviste detrás de cámara y como guionista. No actuaste en tus películas. ¿No querés mezclar tu roles?
No me pasa que diga no quiero poner el cuerpo, siempre me gana el cine. Me pregunto siempre si yo soy el pysique du role acertado para lo que quiero contar. Y hasta ahora no me pasó. Aunque por ahí tengo el deseo de escribirme mi personaje, pero como que las historias que me conmueven o que me dan ganas de poner en imagen, no me veo allí, no estoy yo. Por ahora no apareció esa historia donde diga o sienta que mi cuerpo es lo mejor para ese personaje. Por ahí alguna vez pasa, no lo sé. 

¿Cómo llegaste al personaje de Rosario, la madre de Cabra, en el film Karnawal (2020)?
Me llama la directora de casting, María Laura Berch y me dice que el director de la película Juan Pablo Félix, que debutaba en el largo, me había visto en otros films y que le interesaba ver cómo funcionaba yo con el muchacho que habían elegido como protagonista. Me mandan el guión y había que coordinar que Martín (López Lacci, el Cabra) vivía en Salta y había que combinar para que venga y trabajemos el guión y nos puedan ver juntos y probar si había química entre nosotros, si podíamos vincularnos. Pensá que él era zapateador de malambo pero no actor, no tenía antecedentes. Y se dio, congeniamos y filmamos. 

¿Cómo encaraste esa relación entre esta madre y este hijo? 
Por un lado en este personaje en particular Juan Pablo (Félix) tenía muy claro que él no quería una construcción visual de una madre convencional. El quería lograr en Rosario -mediante una metáfora sobre la aridez que tiene la naturaleza en el contexto del lugar en que viven- esa aspereza. Esa madre ama a su hijo pero no que lo estuviera acariciándolo. Esa madre ama a su hijo y trabaja de la noche a la mañana. E intentado rearmar su vida y que tiene al marido preso. 

Estuvieron rodando en varias localidades con alturas de entre 2500 y 3500 metros. ¿Cómo acomodaban el trabajo, los textos y las acciones con esas inconveniencias para, por ejemplo, respirar normalmente? 
Arrancamos en Villazón y fuimos bajando a la puna, la quebrada y terminamos en San Salvador. Para mí todo era alto. Había que acostumbrarse a la altura, a la sensación en el cuerpo. Yo en lo personal para contrarrestar la altura estuve tomando unas pastillitas de ajo. No masqué hojas ni tomé té de coca, es que por lo general a mi no me hace bien. Mirá que yo ya viajé a Bolivia y a Perú, y eso no me ayuda, me pone con un malestar. Y en Villazón me recomendaron lo de ajo y me hice de una buena provisión. Igual te vas acostumbrando, fue más que nada la primera semana. Y eso que yo soy de tomar todo tipo de hierbas en infusiones. 

Contame como fue la experiencia de trabajar junto a un actor del talento y la energía que tiene el chileno Alfredo Castro. 
Mirá Alfredo fue un gran compañero de trabajo. Nosotros nos conocimos primero en reuniones que tuvimos acá en Buenos Aires, antes de viajar a Jujuy. Y ahí ya vi que era una persona muy amable, con muy buena onda. Y después nos entendimos muy bien. A veces te pasa como que uno tiene una forma de encarar el trabajo, una metodología diferente a la de otro actor entonces tenés que conciliar eso y encontrar de qué manera se lo aborda juntos. Pero con Alfredo ni tuvimos que conciliar nada, digamos. Encaramos los trabajos de una forma muy parecida, muy de lanzarse, de poner el cuerpo, y predispuestos a la escena, sin límites digamos. Y muy generosos con el otro, y fluyó todo espectacularmente. Nos divertimos un montón, la pasamos rebien. Fue muy lindo verlo filmar, compartir escenas con él y aprendí mucho con él. Me encantaría volver a trabajar con Alfredo. 

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