Crítica de "Schumacher", el documental del astro de la Fórmula 1

"¿Qué se siente batir los récords de Ayrton Senna?", le preguntan a Michael Schumacher al término de una carrera. El deportista hace una pausa y se quiebra por un largo rato sin poder contener su llanto. Esta sola secuencia describe una parte de la personalidad del alemán. Su espíritu de competencia, su perfeccionismo y el no permitirse el error fueron características que lo llevaron a su gran éxito. Schumacher (2021), documental de reciente estreno en Netflix, es capaz de enseñarnos su recorrido de la manera más elegante y eficaz posible.

Haciendo foco en su carrera como piloto, y dejando en segundo plano al Schumacher humano, la película nos coloca como espectadores de un camino digno de admirar. Sus comienzos de pequeño, su paso por la Fórmula 3 y su sorpresivo arranque en la máxima categoría automovilística nos pintan de lleno el amanecer de su trayectoria. A través de los testimonios de colegas/competidores (Mika Hakkinen, Mark Webber, Damon Hill, entre otros), nada de lo que sucede en este retrato está librado al azar.

Tanto los vídeos caseros como las fotos familiares forman parte del relato y no se colocan solo para rellenar. Esas imágenes tienen una historia detrás y se alojan de manera precisa, como si durante mucho tiempo estuviesen esperando su momento. Allí un Schumacher cantando y bailando junto a su familia expone un quiebre hasta lo acá visto. Allí un Schumacher humano sale a luz. Allí nos damos cuenta que hay una vida detrás del campeón.

Su comienzo en Benetton (una escudería sin experiencia), su disputa con Senna (el campeón de ese entonces) y su llegada a Ferrari (quién lo buscó para romper la maldición de varios años sin títulos mundiales) continúan acercándonos un periplo pintoresco, entretenido e informativo. Los videos de las carreras decoran la narración, nos brindan acción y son necesarios para que entendamos la obra del deportista.

La única elección discutible en el guión, y en la ejecución del mismo, es que, en algún momento, se nos viene la idea de que el documental carece de corazón. Si bien la familia se hace presente, el foco en el Schumacher competidor convierte muchas veces al personaje en un hombre frío, como si fuese una especie de robot. Ahí es donde los recuerdos caseros nos dicen: "¡Ojo, miren que Michael también se divertía y disfrutaba de su familia y era muy cercano a su equipo!".

Sin embargo, el discurso parece forzado, con la intención de querer sacar a la luz este costado, pero la imagen de un Schumacher perfecto, solitario y obsesivo se apodera de la pantalla. Es tan fuerte este lado suyo que todo el resto, por mayor calidez que quieran representar, se coloca como accesorio a lo principal.

Con un breve espacio al accidente que sufrió esquiando en Francia (el cual lo dejó en coma por varios años), el hermetismo de su estado de salud actual se hace evidente. Su esposa y sus hijos le dedican apenas algunas palabras a su actualidad y de como es la vida junto a él, un sujeto que, hasta último momento, vivió siempre al límite y con la adrenalina al máximo.

Dinámico, con la capacidad de resumir la figura competidora de un hombre en 110 minutos, Schumacher está a la altura del deportista. Un documental de élite que le brinda un excelente homenaje a un deportista fuera de serie.