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Crítica de "Las formas antiguas" y la brujería mexicana a flor de piel

El asunto de la brujería tiene distintas acepciones según las regiones o los países en donde se practica, apegándose a los valores e idiosincrasia locales. Es un tema también muy explorado en el cine de formas diversas, con resultados distintos.

Crítica de "Las formas antiguas" y la brujería mexicana a flor de piel
Correcamara-EscribiendoCine
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martes 14 de septiembre de 2021

En Las formas antiguas (The Old Ways, 2020), dirigida por Christopher Alender, la historia se desarrolla ni más ni menos que en Catemaco, la localidad veracruzana célebre por sus brujos (la mayoría hombres) y sus prácticas prehispánicas sanadoras, liberadoras y purificadoras: quitan hechizos y alejan a los malos espíritus o bien invocan a los buenos. Por lo mismo es un sitio turístico muy concurrido por gente de todas las clases sociales y diversas partes de México y del mundo.

Cristina López (Brigitte Kali Canales) es una periodista nacida precisamente en Catemaco que desde niña es llevada a vivir a Los Ángeles, California, al quedar huérfana porque su madre muere en un exorcismo luego de ser poseída por el demonio. Veinte años después, Cristina regresa a su tierra natal para elaborar un reportaje sobre las costumbres curanderas locales. Sin embargo, se le ocurre visitar unas grutas conocidas como "La Boca", un lugar prohibido por ser diabólico. Su prima Miranda (Andrea Cortés) la encuentra desfallecida y la lleva con la bruja Luz (Julia Vera) y el hijo y ayudante de ésta, Javi (Sal López), quienes detectan que, efectivamente, a Cristina se le ha metido el demonio y habrá que sacárselo, aunque ella reniegue. Presa en una especie de mazmorra mística, con el paso del tiempo Cristina se dará cuenta de que la posesión podría ser cierta.

El relato de este film se desarrolla de manera fluida y con los convencionalismos del cine de terror bien presentados y aprovechados. Igualmente, los efectos especiales son de calidad y se utilizan eficazmente para generar legítimas sensaciones de terror. Además, el diseño de producción es adecuado y la musicalización con canciones y sones jarochos alusivos a la temática central es acertada.

Por otra parte, el personaje principal experimenta una fuerte transformación: alejada de su contexto ancestral y convertida en audaz investigadora periodística, Cristina enfrenta lo que dejó en el pasado y que ahora contrapone con una serie de valores anglosajones (no creer supercherías e inyectarse droga), sólo que los reclamos de su prima ("¿Eres familia? No lo has sido en 20 años"), la lectura de unos manuscritos antiguos y lo que experimenta literalmente en carne propia al tener el demonio en su cuerpo la orillan a creer en tal hechicería y después a asumir una responsabilidad que nunca pensó. Las formas antiguas tiene una similitud con La bruja (2015), donde la protagonista también se ve obligada a seguir un camino ya marcado, solo que en esta cinta de Robert Eggers la "elegida" es una adolescente que al final ve con agrado su nueva vida.

A pesar de sus aciertos genéricos, Las formas antiguas es una obra que recrea en cierta y escasa medida el ambiente de Catemaco al dejar de lado sus costumbres y ritos reales, y sólo aprovecha la fama de este lugar para situar una convencional historia de terror, bien estructurada, bien contada, bien actuada, bien producida y dirigida. Es decir, para los fanáticos del género está muy bien y es recomendable, pero cultural y antropológicamente aporta casi nada, sin embargo, ésta no parece ser su intención final ¿Habrá alguna mujer en Catemaco que se llame Miranda?

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