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Crítica de “Duro de Cuidar 2”, Salma Hayek toma el mando y revitaliza la saga

En una nueva entrega de esta buddy movie, la mexicana Salma Hayek arrasa con sus compañeros Ryan Reynolds y Samuel Jackson y, pese a lo predecible y ridículo de la propuesta, el resultado entretiene sin mucho más.

miércoles 18 de agosto de 2021

Hace unas pocas horas, Ryan Reynolds, protagonista una vez más de Duro de Cuidar 2 (Hitmans Wifes Bodyguard, 2021), secuela de la original y divertida película dirigida por el experimentado realizador australiano Patrick Hughes, jugaba en otra película a ser un hombre “gris” dentro de un universo virtual, que, de pronto, despabilaba su conciencia para encauzar una revolución. Aquí no hay revolución, pero sí cansancio por parte del personaje, y una mirada ridícula sobre el género que se aglutina como “acción” y en donde se pueden ver productos “serios” hasta los más absurdos planteos con tal de llenar las salas.

Michael Bryce (Reynolds) quiere dejar su trabajo de guardaespaldas cansado del intenso ajetreo que le trae lidiar, como siempre, con el asesino Darius Kincaid (Samuel Jackson). Pero regresa a la acción cuando su archi enemiga Sonia (Salma Hayek), esposa de Darius, se les suma en la arriesgada misión de terminar con los intentos del un oscuro villano de origen griego  que compone Antonio Banderas.

Pero no todo es idilio, al contrario, aquí lamentablemente los personajes se precipitan en las escenas, no poseen un arco o evolución, ni siquiera de una entrega a otra. Y eso hace que aun siendo consciente de la mirada irónica sobre el género, la propuesta termine por agotar a los pocos minutos de iniciada, sin siquiera permitir el lucimiento de Reynolds/Jackson, quienes supieron, con solvencia y humor, llevar adelante a sus personajes anteriormente. 

La que mejor cae “parada” en todo es Hayek, quien además de evitar esforzarse para que su acento sea lo más cercano posible al inglés correctamente exigible por la industria, toma el control de una propuesta que en tiempos de empoderamiento mira hacia otro lugar, y no hace otra cosa que asumir, en la piel del personaje, características masculinas para convertirse en el centro de atención del relato.

5.0
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