Crítica de “Érase una vez”, con Angelina Jolie en una fábula soporífera

Angelina Jolie una vez más es convocada para reflejar, en la pantalla grande, una historia inspirada en clásicos literarios de antaño. Así, tras su paso por la saga que tomó a Maléfica como eje, ahora encabeza el elenco de esta producción británica que realiza un blend entre Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carrol, y Peter Pan, de James Berrie. De ellas tomará nombres para sus personajes y algunos elementos fantásticos, que las configuran como fantasías.

Pero el eje de Érase una vez (Come Away, 2020), esa frase que eternamente acompaña el inicio de las historias para niños, y que en su recurrencia establece un contrato de lectura que, en esta oportunidad, no está presente. 

Así, en el relato trágico sobre cómo una familia supera una tragedia inesperada, y cómo ambas generaciones encaran -unos desde la realidad, y los más pequeños desde la fantasías- la superación de ese hecho, ni siquiera aportan escenas con imaginación. Una propuesta sin dinamica que debido a su formal estructura, resiente la idea con la que la directora Brenda Chapman, quien debuta en el largometraje de ficción tras experiencias animadas, quería que se vea el relato.

Ficción versus realidad chocan en la narración, para nunca decidirse por una, resintiendo la lúdica idea de cómo clásicos pueden ser reimaginados en un contexto en el que las diferencias sociales, raciales, económicas, podrían subvertir los destinos de los personajes que, en las páginas de los libros, podrían poseer un recorrido pero que, en movimiento en el cine, se mantienen fiel a las palabras y así no supera su transposición.

Érase una vez posee logradas actuaciones por parte de Jolie, David Oyelowo, Michael Caine, y la dupla infantil de Keira Chansa y Jordan A. Nash, quienes transitan con verdad los diálogos de un guion que no puede encontrar nunca un destino acertado para aquella idea que impulsa todo: la de entender cómo funda la fantasía la identidad y el destino de los seres humanos.