El joven cineasta estrena en CINEAR y Gaumont "Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el closet"

Nicolás Teté indaga en las vicisitudes de los vínculos familiares

“La familia está en constante cambio”, manifestó el director y guionista en diálogo con EscribiendoCine.

Nicolás Teté indaga en las vicisitudes de los vínculos familiares
Nicolás Tete
Nicolás Tete
lunes 09 de agosto de 2021

Nicolás Teté regresa a la pantalla grande con la comedia dramática Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el closet (2020), que se estrena este jueves en el Complejo Gaumont y, a las 22 hs, en el canal CINEAR TV. Asimismo, desde este viernes estará disponible durante una semana de manera gratuita en CINEAR Play. La película sigue a Manuel (Facundo Gambandé), quien viaja a su ciudad natal para el aniversario de casados de sus padres y, a su vez, para conseguir dinero y así poder irse a vivir con su novio a Dinamarca. Sin embargo, la travesía sirve para rearmar el vínculo con sus padres, conocer un secreto que todos le esconden a su hermano y descubrir qué quiere para su futuro.

Así como los actores pueden sentir más próximos o lejanos los personajes que interpretan, ¿qué tanta conexión y distancia hay entre vos y Manuel?
Hay cercanía en cosas muy específicas, por ejemplo, Manuel es un chico de Villa Mercedes, San Luis, yo también, y ambos vinimos a estudiar a Buenos Aires. Por ahí la gran diferencia que tenemos es que yo siempre estuve muy seguro de hacer cine, mientras que él no sabe muy bien qué hacer en un plano profesional-laboral, y en su vida en general, está un poquito más perdido. Después, hay más coincidencias, como que somos gays, que es clave dentro de la película y creo que también es el motivo por el que elijo contar esta historia. Asimismo, hay muchísima ficción, porque si no me aburriría mucho a la hora de escribir. Es un guion que casi que me viene acompañando desde hace diez años, cuando empecé a armar el proyecto, por lo tanto, es muy distinto el Nico que lo arrancó a escribir respecto al que finalmente filmó la película. Hay muchas cosas que fueron cambiando durante el proceso del filme, que fue largo, y si bien hay algunas cuestiones que yo ya no pienso de determinada forma, por lo que estaba construyendo necesité que pasaran de cierta manera.

Tanto tus películas de ficción anteriores, Últimas vacaciones en familia y Ónix, como la nueva, Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el closet, abordan las vicisitudes de los vínculos familiares, ¿qué te incentiva a ahondar en esta cuestión?
Me apasionan los vínculos familiares. Me encanta cuando me cuentan una historia y cuando yo también puedo analizar cuestiones de mi propia familia. Cuando veo cine o leo un libro me gusta indagar en las relaciones humanas de toda índole, y en particular lo familiar me parece que siempre tiene mucha tela para cortar, es un vínculo que a veces no elegimos, entonces para trabajar la ficción puede presentar cosas mucho más ricas que capaz un vínculo de amigos. Es muy inspirador, y genero ficción partiendo de algunas cosas que escucho, o que una amiga me cuenta, ya que, por ejemplo, todos podemos hablar de algún hermano/a, y siempre se va acumulando la información.

Otro punto de contacto está en la ubicación geográfica de las historias, ya que todas transcurren en San Luis, la provincia de la que sos oriundo, y a su vez fueron filmadas allí…
Para mí el plus más importante, y por el que siempre intento ir para allá, es que muchos técnicos con los que ya vengo trabajando en varias pelis son de San Luis. Es un grupo con el que me llevo muy bien, que además se pone la camiseta del film de una forma increíble. Por lo tanto, primero es trabajar con ellos, después hay una característica en la peli y es que el guion siempre estuvo pensado para filmarse allá. En algún momento se barajó filmar en otro lado, pero para mí era muy difícil pensarlo, de hecho, la casa donde rodamos la película es la de mis padres. Era la primera vez que María Vacas y yo producíamos una ficción con el INCAA, entonces era un desafío muy grande para nosotros, y ayudaba mucho que fuera en Villa Mercedes, por ejemplo, por las locaciones, ya que hay algo de prestarte espacios que siempre pasa, y esta vez también pasó.

¿Cómo trabajaste el nexo entre el pasado y el presente de los personajes?
Eso era algo muy importante porque ayudaba a meternos un poco en las cabezas de los personajes. Está la madre que le gustaría tener un poco todo como era en el pasado, pero tiene que entender que estos hijos crecieron y que cada uno está haciendo su vida, por lo que cada uno toma decisiones diferentes. De hecho, ella mantiene todas las cosas de la habitación de Manuel como estaban en el pasado, cuando podría perfectamente usar el cuarto para otra cosa, hay algo ahí que está bueno y es interesante. Sí me pasó que, más que nada viendo las escenas y el montaje, empecé a pensar que la peli habla un poco de cómo los padres también rearman el vínculo con los hijos con el correr de los años. Quizás se ve muy claro con Manuel, pero también pasa con el resto de los hijos. La familia está en constante cambio, todo el tiempo.

Ya desde el título la película invita a la identificación del público…
Es un título conflictivo por lo largo, muchas veces me dijeron que tendría que tener un título más corto (risas), pero nunca la pude titular de otra forma, es el mismo que tenía cuando empecé a trabajar el guion en la facultad hace diez años, y que se me había ocurrido como frase medio chiste y la twitteé. También usé esa frase como inspiración para ir jugando a la hora de escribir el guion, de encontrar esto que sucede en la película donde en la familia todos tienen un muerto en el placard, con sus secretos, o un hijo en el closet, que es Manuel. La identificación la vengo notando desde que empecé a dar a leer el guion a cada actor y técnico, y siempre tenían una anécdota o alguna cosa para contarme en base a lo que les hacía recordar el libro del filme.

La película llega al público argentino tras competir en diversos festivales internacionales, ¿qué te sorprendió de su recepción?
Todo ha sido sorprendente. Primero que nosotros teníamos pensado un esquema de festivales que se fue rompiendo y reacomodando constantemente por la pandemia, entonces, muchas cosas no las pudimos hacer como esperábamos, así que fue ir aceptando las cosas como se iban dando. Incluso en un momento pensé que tendría que esperar dos años para empezar a pasarla. Después, para mí fue muy loco no haber visto la película en un cine, ya que cuando se estrenaban mis pelis anteriores ya sabía que, por ejemplo, en tal escena la gente se reía, mientras que, esta vez, ¡no tengo idea qué va a pasar! Además, fue otra experiencia con todos los festivales online en los que estuvo, que uno no sabía a qué hora el público entraría a verla, algo muy interesante. Ahora, estamos todos expectantes por el estreno en Argentina, incluso hay países en los que ya salió en DVD. También me sorprende que es la primera vez que tengo más difusión internacional, de hecho, en Francia le ha ido bastante bien, tuvo muy buenas críticas y recibí muchos mensajes desde allá. Por último, en algunos casos como Madrid y Australia sí se proyectó en algunas salas de cine y, en general, sé que están muy contentos por cómo se estuvo moviendo el film.

Respecto a tu futuro en el mundo audiovisual, ¿estás trabajando en algún otro proyecto actualmente o tenés alguna idea desarrollada en mente?
Cuando terminé de hacer Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el closet hace dos años, ya quería filmar de nuevo, principalmente porque para mí cada rodaje es un aprendizaje, y quiero aplicar todo eso en algún lado, que espero que sea en mi próximo film. Tengo una peli que estuvo participando en algunos concursos del INCAA y está ahí, con guion ya terminado, aun sin hacerse, también para filmar en San Luis. Por otro lado, estoy escribiendo algunos guiones y desarrollando contenidos para televisión. Y haciendo algo de literatura…

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